John B. Quigley
McClatchy-Tribune/ICH
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Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Los aviones armados drone sin tripulación son estos días el arma preferida en nuestras incursiones militares en Medio Oriente.
El presidente aprobó el uso de drones en Libia en la primavera pasada. Dijo que tienen “capacidades inigualables”. Un objetivo es identificado por fuentes de inteligencia. La información se envía al centro de comando. Alguien sentado frente al monitor de un ordenador dispara un misil.
Los drones pueden volar bajo. El general James Cartwright del Estado Mayor Conjunto explicó que en Libia, su “capacidad de volar más bajo” les da mejor visibilidad, por lo cual obtienen una mejor puntería contra un objetivo. Y por cierto, al no tener piloto el único riesgo es la pérdida del avión.
Ahora también utilizamos drones en Yemen para atacara los insurgentes. En Pakistán, los hemos estado usando desde hace todavía más tiempo.
Pero hay una desventaja. Los drones, dicen los críticos, hacen que la guerra sea demasiado fácil. Si un presidente no tiene que preocuparse por “arriesgar” a nuestra juventud, se hace mucho más fácil iniciar una guerra. El Congreso puede perder el control.
La información sobre la localización de un “militante” puede o no ser exacta. El año pasado, el funcionario de la ONU responsable del rastreo de ejecuciones extrajudiciales cuestionó los asesinatos de los drones como ejecuciones arbitrarias. Cuando ocurre un ataque de drone, los funcionarios estadounidenses afirman usualmente que los muertos eran “militantes”, mientras que los funcionarios locales afirman a menudo que los muertos eran civiles.
Matar sin proceso
Matar con drones significa matar sin proceso. Pero volviendo a los años sesenta, EE.UU. ha firmado tratados de derechos humanos que ilegalizan las muertes arbitrarias. Los asesinatos de drones eluden esas salvaguardas. Ninguna acusación. Ni juez ni jurado. Tampoco defensa.
Pero, dice el gobierno de Obama, en la guerra se puede matar sin proceso. Los asesinatos de drones se basan en que los “militantes” son participantes en la “guerra contra el terror”, a pesar de que Obama evita ese término de la era de Bush.
Si algún otro país enviara aviones sin piloto sobre Nebraska para disparar y matar personas a las que considera amenazas, la ciudadanía de Nebraska no estaría demasiado contenta. La reacción más fuerte contra nuestros ataques de drones ha tenido lugar en Pakistán, donde los drones se consideran un arma terrorista. Los residentes de ciertas regiones de Pakistán dicen que nunca saben cuando puede caerles encima un misil desde el cielo.
John B. Quigley es profesor de derecho en Moritz College Law, Ohio State University.
Distribuido por MCT Information Services.