Los gobiernos de Santos se
han llamado los de las locomotoras, esto para darle nombre a sus programas
estrellas como el de la locomotora minera, la construcción de vías de 3 y 4
generación, la venta de empresas del Estado, siendo solo la locomotora minera y
la venta de activos del Estados, los que se han entregado a las
multinacionales, los temas que competen al desarrollo interno siguen estando en
veremos.
En este mismo lugar se encuentra
el tema de la paz, se firmaron unos Acuerdos de Paz, pero, la arrogancia de
Santos y el conejo que le metió a las FARC, el guiño soterrado al uribismo, al
someterlos a las urnas, dieron otro resultado Entendiendo en primer lugar, que estos
acuerdos se firmaba como forma de finalizar el conflicto, entre dos fuerzas;
segundo en el país no existe una cultura política dispuesta a participar en las
urnas, sin olvidar que el único plebiscito que se votó fue en 1957, para
otorgarle la ciudadanía a la mujer; tercero, al aceptar la refrendación en las
urnas se corría el riesgo de seguir el conflicto armado.
A pesar, de que se perdió la
refrendación en las urnas, las FARC siguieron adelante con el proceso del que
se modificaron los temas relevantes, que podrían empezar a transformar el país,
entrar en la modernidad no del siglo XXI sino del XX, con la modernización del
campo y la tenencia de la tierra, la columna vertebral en la fundación de las
FARC.
Al aceptar, la insurgencia
modificar los acuerdos entraba otro negociador, el cual no estaba invitado,
entendiendo que parte de los que apoyaron el NO, son del establecimiento y era un
acuerdo insurgencia-gobierno, en que el gobierno tenía el apoyo de los
votantes, pero este nuevo escenario no solo beneficiaba a la ultra derecha,
sino al mismo gobierno, quien luego, de ser galardonado con el Nobel de paz y
otros reconocimientos internacionales, empezó a ralentizar, los cambios que
dieran la entrada a la implementación.
El dejar en manos del
Congreso la vía rápida, anglicismo fast track, que no por darle nombre
sofisticado avanzó más rápido: algunos partidos políticos empezaron a modular
los acuerdos e intentar cambiar algo que ya había sido acordado, en unas
discusiones que duraron un tiempo de más o menos 4 años, por lo que no fueron
temas que se pactaron a la ligera ni pretendían las grandes transformaciones sociales,
ni la toma del poder o el cambio del modelo político o económico.
Pese a esto, con el pasar de
los días el Congreso no aprobó las reformas que hacen posible que se inicie el
proceso de implementación, lo que supone es que se esté dando otro proceso de
paz, esto ha hecho que se vea lejano, o peor aún que finalmente no se aprueben
las leyes que hacen posible la implementación. Es decir, el gobierno después de
negociar con la insurgencia, le dejó lo pactado a la aceptación en las urnas y
luego al Congreso quienes han intentado torpedear por todos lados la
implementación, no solo la ultra derecha sino los de la unidad nacional, sumado
a la corrupción que hace imposible que se aprueben leyes sin recibir mermelada.
Estos obstáculos han hecho
que la implementación se perciba como algo lejano, que está enfocada solo en
beneficiar a la guerrilla, mientras para el conjunto de la sociedad no se ven
los beneficios, entendiendo por supuesto, que el conflicto se vivió con toda su
intensidad en el campo, en la ciudad solo existieron acciones que no fueron una
constante, por lo que, una gran parte de los habitantes de las grandes ciudades
no perciben como necesario el apoyo en las urnas ni el fin de la guerra.
Para el gobierno de Santos,
la implementación es algo que no hace parte de sus prioridades, no solo, porque
termina su mandato, sino que su único objetivo era terminar con la insurgencia,
por otro lado, está la incapacidad del gobierno de legislar en todos los
ámbitos; ley de educación, salud, vivienda, seguimos como en el siglo pasado,
armando unos programas subsidiados como ser pilo paga, viviendas gratis; que no
benefician al conjunto de la población y generan exclusión. Mientras el país
sigue atrasado y lejos del progreso.
En la etapa actual que se
puede denominar de pos-acuerdo o implementación, los avances con respecto a lo
que le corresponde al gobierno se puede decir, que la locomotora de la paz no
arranca, algo tiene dañado y no se tiene la intensión de reparar. Mientras
tanto, la insurgencia viene cumpliendo a cabalidad todo lo que le corresponde,
como la concentración de la tropa, las etapas del desarme y dejación de armas a
la ONU, la no participación en política mientras no se dejen las armas, el
estudio en las zonas de concentración y la pedagogía de paz.
Pese a esto, para el
gobierno y todas las entidades que representan la institucionalidad parece que
lo único y más importante es que la insurgencia entregue las armas y al día
siguiente abandonen las zonas donde se encuentran ubicados, por el peligro que
puede representar lo que algunos militares y políticos ignorantes, han dado en
reciclar el discurso de guerra que se llamó “republicas independientes”. Es decir
para este grupo de “sabios” lo importantes es que ojala ningún guerrillero
vuelva a tener contacto con el otro, ni se encuentren compartiendo vereda,
municipio ni vecindad, para que no armen una república independiente o barrio
si es en la ciudad.