La corrupción es un fenómeno
que se ha presentado en la política y Colombia no ha sido la excepción, más
bien, ha sido aceptada como parte de la política, incluso se le ha dado nombres
con el fin de justificar el beneficio que se logra, cuando de manera directa se
compra a un congresista, para apoyar o rechazar algún trámite legislativo, en
este gobierno se conoce como la mermelada, la confianza inversionista, entre
otros.
Pero si, solo se tratara de
este tipo corrupción, los problemas no serían tan dramáticos y los políticos
corruptos serían identificados y hasta se le podrían hacer un seguimiento a los
dineros y con instituciones judiciales eficientes, estos no lograrían,
desangrar tan fácilmente las instituciones del Estado.
Pero, resulta que en
Colombia no solo se tiene la tradición desde que somos república de recibir
algo a cambio por el voto, un trueque se llamaba a principios del siglo XX,
consistía en recibir algo a cambio, por votar a determinado político. Así, esta
práctica deshonesta se fue afianzando como ejercicio electoral. Es decir, un
político compra su elección, lo cual se
entiende que espera llegar a recuperar su inversión, no solo eso, las
astronómicas sumas con las que financian las campañas vienen de aportes de
empresarios, mafiosos y otros cuantos delincuentes que esperan que su inversión
sea retribuida, no solo con contratos, licitaciones, cambios de normas,
beneficios para las farmacéuticas y todos los dineros que el Estado maneja.
Los dineros que se deberían
utilizar para el beneficio del país, la construcción de obras de
infraestructura, que permitan el desarrollo de determinadas zonas, escuelas,
puestos de salud, además de servicios básicos, son devorados por empresarios,
políticos, sin que estas obras lleguen a su fin, en muchos casos se constituyen
en elefantes blancos, que solo contribuyen a empeorar la situación de los
habitantes.
Pero la corrupción no solo
se presenta en la contratación con el Estado, sino que esta ha cobrado
dimensiones inexplicables, se puede decir, que todas las ramas del poder
público e entidades públicas, han sido cuestionadas por hechos de corrupción,
vale decir, que los responsables la mayoría de veces, no son judicializados y
los que son, pagan sus laxas condenas en sus lujosas residencias producto del
robo sistemático, algunos son obligados a devolver irrisorias sumas, mientras
los bienes adquiridos producto del robo, son puestos en paraísos fiscales o en
manos de terceros.
Sin olvidar que jueces y
fiscales en la mayoría de veces son sobornados para que emitan determinadas
condenas o peor aún, engaveten procesos, los cuales se han constituido como una
banda delincuencial, que se ha tomado la justicia, las altas Cortes, procuraduría, contraloría,
constituyéndose en carteles, magistrados de las altas cortes, exigiendo
determinadas sumas de dinero para dictar sus fallos no en derecho sino en el
valor del mercado. Por ello, es que políticos cuestionados e investigados,
pueden seguir ejerciendo sus cargos, ser candidatos y seguir ejerciendo
política, desde el congreso, gobernación, alcaldía y contratar con el Estado,
las otras elecciones no se hacen por méritos, sino por amiguismo o con el pago
de coimas.
Para la sociedad estos
hechos de corrupción no parecen importarles, suena paradójico que en las
pasadas elecciones los dos partidos con políticos más investigados y presos, no
solo por actos de corrupción, sino de asesinatos, parapolítica y una serie de
delitos, sean los más votados, sin que exista discurso político o ideas de cambio.
El primero Centro
Democrático, su líder quien además, fue presidente y cambio un articulito de la
Constitución para atornillarse en el poder, que luego, se logró comprobar la
forma como compro congresistas, entrego dádivas y una serie de hechos de corrupción,
que en un país, con instituciones éticas y transparentes este político debería
haber quedado inhabilitado de por vida, resulta que ahora es el congresista más
votado del país, con amplio caudal electoral. El que más tiene investigaciones
no solo por corrupción, sino por vínculos con paramilitares, de las cuales no
se ha dicho nada, a pesar de llevar algunas más de 20 años.
Otro de los partidos más
votados fue Cambio radical, este partido es el que más tiene políticos en la
cárcel e investigados por corrupción, sin olvidar que fue este partido junto
con el Centro democrático, los que se opusieron a que el congreso aprobaran las
leyes que le daban vida al proceso de paz. Es decir, gracias a políticos
corruptos quienes se benefician de la guerra, la implementación de los Acuerdos
de paz, no solo lo que tiene que ver con los ex combatientes, sino el grueso de
los acuerdos, al interior de las comunidades, no se aprobaron, muy posiblemente
solo queden en el papel, dejando abierta la posibilidad de la continuidad del
conflicto.
Pese a esto, estos partido o
clientelas electorales, siguen marcando el electorado que sabe que su
participación en la construcción del país, solo se limita a depositar un voto y
a recibir algo mínimo a cambio, en algunos casos, pero que jamás van hacer
rendición de cuentas o proyectos aprobado y mostrar su gestión hacia su
electorado.
La
FARC en el escenario político
Aunque la insurgencia pacto
como parte de la dejación de armas, su participación en política y se acordó
que tendían 10 curules 5 en senado y 5 en cámara, durante dos periodos
presidenciales, es decir, si su participación en las urnas pasaba el umbral
tendrían derecho a otros congresista, de acuerdo al número de votos.
Pese a esto, la FARC, ha
encontrado dificultades no solo, las propias de la confrontación armada,
durante décadas, lo que permitió que los medios y diversos sectores
magnificaran e incidieran en crear una imagen distorsionada, de lo que ha sido
el conflicto, sin olvidar la crudeza que tiene la guerra, frente a este
panorama en las grandes ciudades se ha generado una resistencia para recibir a
los ex combatientes como dirigentes políticos con capacidad de planear
políticas sociales y participación activa en el ejercicio político.
Por otro lado, está la FARC
como partido político, como guerrilla estos mostraron una solidez en su
interior, con un cuerpo colegiado que fue el secretariado, donde todos los
planes militares y políticos eran aprobados directamente por ellos, estos a su
vez, tenían un máximo comandante, quien era en últimas quien aprobaba o
rechazada cualquier determinación, quienes estuvieron ejerciendo esta
comandancia fueron Marulanda, Arenas y en esta última etapa estuvo Cano, quién
fue abatido por orden expresa del presidente Santos.
En su orden lo sucedió
Timoleón Jiménez, fue quien inició los diálogos de paz que finalmente se
firmaron, en dos ocasiones, esto por el rechazo que tuvo el plebiscito y el
nuevo acuerdo que se firmó en Bogotá, vale decir que Timoleón, no tuvo un
protagonismo en los diálogos ni fue plenipotenciario, su participación se
limitó a la firma de la paz y a la lectura de unos cuantos discursos
relacionados con el momento.
Después de la firma de la
paz, regreso a La Habana, luego a su regreso tuvo dificultades de salud, lo que
lo obligo viajar nuevamente, con esto se empezó a notar una falta de liderazgo,
sin olvidar que fue el quien planteo una división interna a pocos días de
entregar las armas, lo que supone un fraccionamiento que jamás ocurrió en la
guerra.
En Bogotá se concentraron
todos los miembros del secretariado, dejando de lado las zonas donde estaban
todos los ex combatientes de base y algunos mandos medios, esto sumado a las
pocas garantías de seguridad dieron como resultado que estas zonas se hayan abandonado, sin que
exista un liderazgo ni una ruta a seguir.
Quienes fungieron como el
primero y el segundo al mando, no tienen la capacidad de liderazgo, lo que
supone un partido político de corta duración. Esto quedó evidenciado, con los
resultados en las elecciones para congreso, aunque, no se esperaba una masiva
votación, los resultados reflejan un muy reducido apoyo, sobre todo en las
ciudades, sumado a esto, es el poco apoyo que los ex miembros del secretariado
le dieron a sus candidatos a la cámara, todos votaron en Bogotá y no en las
zonas donde tuvieron alguna influencia o candidato, lo que evidencia el poco
liderazgo y una fractura con las bases.
Por otro lado, está la falta
de un candidato a la presidencia no solo por la falta de garantía que ofrece el
gobierno, sino por razones de salud de Timoleón, y su poco liderazgo, con capacidad de dirigir un
partido político, que pretenda permanecer en el tiempo, como representación de
los sectores marginados y como un contrapeso a las élites que gobiernan.
La falta de un líder con
capacidad de aglutinar a los distintos sectores al interior del partido y fuera
de este, con reconocimiento de los sectores que dice representar pueden marcar
el fin del nuevo partido o una corta duración solo para los congresistas que participan
en el congreso.