Transcurridos los primeros 100 días del gobierno del presidente Iván Duque, queda claro que en sus prioridades no está un proceso de diálogos y negociaciones con el ELN, si así fuera no exigiría cosas que el ELN se ha resistido a conceder de manera unilateral desde que inició este largo camino de transitar la salida negociada desde el ya lejano año de 1991, cuando se sentó junto con las FARC en los intentos de Caracas y Tlaxcala durante la administración del presidente Cesar Gaviria.
Todos los presidentes con los que se ha sentado el ELN, antes o durante una mesa formal de contactos, le han pedido al ELN, abandonar el secuestro, los ataques a la infraestructura petrolera y energética, el fin del reclutamiento de menores, la práctica de los minados, lo han hecho los Presidentes Gaviria, Samper, Pastrana, Uribe, Santos y ahora lo hace el presidente Iván Duque y siempre su respuesta ha sido la misma: “el ELN está dispuesto a discutir sobre todas las dinámicas de la confrontación, en el marco de una mesa formal de negociaciones y a pactar de manera bilateral, previos acuerdos”, y en estos 100 días del gobierno de Iván Duque esta formulación no ha cambiado.
Si el Presidente Duque y su equipo de asesores, tanto el Alto Comisionado para la Paz el Sr. Miguel Ceballos y el Consejero de Seguridad Nacional, Rafael Guarin, con todo el apoyo de los analistas y el soporte de la inteligencia militar, saben que el ELN ha sido consistente en su formato de bilateralidad y no ceder a exigencias de manera unilateral, no solo de los gobiernos Colombianos, igualmente de voces ciudadanas y de la comunidad internacional, a todos nos ha dicho: NO.
Si esta es la situación, colocar condiciones para un cara a cara, es saber de antemano que el ELN no tiene en su estrategia de actuación hechos significativos asumidos de manera unilateral y entonces quedamos en lo que no tenemos hoy: no hay mesa formal, no hay contactos cara a cara entre la delegación del ELN en La Habana y las presiones del gobierno se mantienen de manera sistemática y continua, no hay semana en que el Presidente Duque o el Comisionado Ceballos, no tomen iniciativa para notificar al ELN, que lo que se juega ahora es presión a todos los niveles, la última fue emitida por el presidente Duque desde París, donde llamó a hacer efectivas las ordenes de Interpol para aquellos miembros del ELN que no estén amparados por órdenes de capturas suspendidas en su condición de integrantes de la delegación negociadora, en indirecta alusión a la presencia del primer comandante del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista, que noticias de prensa ubican en Cuba y a quien se le ha reactivado una circular roja de Interpol, para captura en cualquier lugar donde sea posible este procedimiento, hecho que coloca a Cuba en una situación incómoda y que no se compadece con su enorme generosidad y apoyo a Colombia, como país que ha trabajado desde hace muchos años en ayudarnos a resolver nuestro viejo conflicto armado.
Puestas las cartas sobre la mesa, como lo ha hecho el Presidente Iván Duque, está claro que están muy distantes, para el presidente el ELN debe dar muestras de compromiso con la salida negociada y para el ELN, hay un proceso firmado con el Estado Colombiano y todo es posible de ser tratado y negociado de manera bilateral.
Si estos cien días son la entrada de este gobierno a cómo va a tratar al ELN, las cosas están claras, no habrá proceso de paz y este conflicto se alarga.
Si el Presidente Duque, asume que no tiene interés en un proceso de paz con el ELN y que su apuesta es de derrota, está jugando con fuego, el ELN de hoy es una fuerza más organizada y con más recursos en presencia territorial, fuerza militar, recursos económicos, que el ELN que dejó el Presidente Uribe en 2007, cuando intento un proceso que no prosperó.
El ELN, igualmente apuesta fuerte al mantenerse en un proyecto de resistencia armada, sin ninguna perspectiva de futuro y si un escenario de sufrimiento para las comunidades donde hace presencia y un alargamiento de una acción política con armas que en nada contribuye a construir democracia y por el contrario refuerza a las dinámicas políticas de derecha que se sienten a gusto con la continuidad de una violencia sin rumbo ni perspectiva, pero que les da el enemigo que requieren para justificar su accionar.
El gobierno del Presidente Duque y el ELN, apuestan a tensionar la frágil cuerda de un momento de la historia nacional, donde esperábamos que la democracia creciera en procesos y capacidad para tramitar los conflictos de manera civilista y no en la tradición de sangre y fuerza, que nada bueno nos ha dejado.
Esperemos si las partes encuentran un camino de diálogos y concertaciones, por ahora no se ve.
Tomado: Agencia Prensa Rural