Una investigación periodística afirma que la empresa se presentaba como una firma suiza, pero era propiedad secreta de la CIA, y proporcionó máquinas de cifrado a las dictaduras latinoamericanas.
La inteligencia estadounidense monitoreó activamente, durante décadas, las comunicaciones diplomáticas y militares de numerosas naciones latinoamericanas, a través de máquinas de cifrado suministradas por la compañía suiza Crypto AG.
La empresa era propiedad secreta de la CIA y de la agencia de inteligencia alemana BND, revela un informe de The Washington Post.
Según esa investigación, los gobiernos dictatoriales de América Latina, en la segunda mitad del siglo pasado, adquirieron las máquinas de Crypto AG para llevar adelante el Plan Cóndor —un sistema continental que se caracterizó por el exterminio y las desapariciones forzadas de opositores políticos de esos regímenes—, que involucró a países como Chile, Paraguay, Bolivia, Brasil, Uruguay y Argentina.
Las máquinas adquiridas, en un principio, fueron las Crypto CX-52; pero, en 1977, decidieron actualizar y adquirir las Crypto H-4605. Sin embargo, desconocían que los dispositivos estaban manipulados y que EE.UU. las usaba para espiar las comunicaciones.
De esta manera, EE.UU. tenía una posición privilegiada para conocer las atrocidades cometidas por estas dictaduras; de hecho, el medio estadounidense señala que los documentos indican que los funcionarios de la CIA estaban alarmados por los abusos contra los derechos humanos.
No obstante, los archivos no revelan ningún esfuerzo sustancial por parte de las agencias de espionaje o altos funcionarios estadounidenses para detener las violaciones a los derechos humanos en los países involucrados.
El conocimiento de EE.UU. sobre el Plan Cóndor ya se ha revelado con anterioridad. En abril del año pasado, Washington envió a Argentina documentos desclasificados que revelan el terrorismo de Estado de las dictaduras y, en especial, cómo se llevó a cabo esta operación. Entre otras cosas, se reveló que el Centro de Operaciones de esta iniciativa se instaló en territorio argentino.
Otros países fueron espiados
Crypto AG fue fundada en la década de 1930 por el inventor sueco Boris Hagelin. Según la investigación de The Washginton Post, ya en la década de 1950 había un "entendimiento de caballeros" entre la compañía y la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. para proporcionar información.
Luego, pasó a ser propiedad secreta de la CIA y la BND; entonces fue cuando se manipularon los dispositivos que vendía la compañía para poder descifrar fácilmente los códigos que los países que adquirían las máquinas usaban para enviar sus mensajes cifrados.
Además de los países involucrados en el Plan Cóndor, Crypto AG vendió máquinas manipuladas a más de 100 naciones, entre ellas Irán, Egipto, Pakistán, Arabia Saudita, Italia, México, Perú, Colombia, Venezuela y Nicaragua.
De acuerdo al informe, la operación de recopilación de inteligencia clandestina se denominó inicialmente "Tesauro" y luego se cambió a "Rubicón". El nombre en clave de Crypto AG era "Minerva".
De acuerdo al texto, tomando en cuenta los países que adquirieron las máquinas de Crypto AG y las fechas en la que fueron operadas, la inteligencia de EE.UU., además del Plan Cóndor, tuvo conocimiento, de inmediato, de otros acontecimientos turbulentos en varios continentes.
Por ejemplo, pudieron estar al tanto de masacres en Indonesia, abusos bajo el 'apartheid' en Sudáfrica, el golpe militar de 1973 en Chile y el de 1976 en Argentina, el asesinato del excanciller chileno Orlando Letelier en Washington en 1976, la revolución sandinista en Nicaragua, la guerra de las Malvinas, entre otros.
La compañía Crypto AG fue liquidada en 2018 y sus activos fueron adquiridos por dos firmas: CyOne Security, dedicada a la venta de sistemas de seguridad al Gobierno suizo; y Crypto International.
Aunque los nuevos dueños señalan que no hay vinculación alguna con servicios de inteligencia de ningún país, CyOne tiene, a la fecha, a Giuliano Otth como CEO, el mismo que estuvo a la cabeza en Crypto AG en las últimas dos décadas.
Tomado: Tercerainformacion