Nueva York., Donald Trump, sin ninguna vergüenza, festejó su triunfo en el juicio político como una victoria para la nación, reiteró: “no hice nada mal”, y calificó a sus acusadores de “corruptos”, “malvados”, “enfermos” y hasta de buscar “destruir al país”.
En un discurso supuestamente formal sobre su absolución en el juicio político, transmitido en vivo por la televisión nacional desde la Casa Blanca, Trump afirmó que las investigaciones encabezadas por demócratas “infernalmente maliciosos” fueron algo “malvado, corrupto; fueron policías sucios, filtradores y mentirosos…” Insistió en que no hicimos nada mal, “no hicimos nada mal”.
Su declaración fue más un discurso partidista de campaña que un mensaje presidencial, al atacar a varios legisladores demócratas que encabezaron investigaciones en su contra –llamó a Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y la demócrata más poderosa de Washington, “persona horrible”– mientras agradecía a sus aliados republicanos.
Como era de esperarse, lanzó un ataque personal contra Mitt Romney, el único senador republicano que se atrevió a votar en su contra, a quien calificó de “candidato presidencial fallido”.
Y también atacó a otros que lo han investigado durante su presidencia, más allá de este impeachment, como el fiscal especial Robert Mueller y el ex jefe de la FBI James Comey, a quien despidió y se refirió con un insulto, y a todo el liderazgo de esa agencia, al cual calificó de “escoria”. Todo eso, declaró, “fue bullshit“.
En un momento acusó que todo esto es como si los demócratas “quisieran destruir al país”.
Pocas horas antes, en el Desayuno Nacional de Oración, acto bipartidista anual en Washington, que supuestamente tiene el propósito de promover la reconciliación y convivencia con el poder divino, Trump no sólo evitó saludar de nuevo (igual que en su informe presidencial en el Capitolio el martes) a Pelosi, sino que sin mencionarla por su nombre, la insultó al cuestionar su fe religiosa.
Después de que varios oradores citaron las instrucciones cristianas de “amar” a los enemigos y la necesidad de la unidad a pesar de las diferencias, Trump tomó el micrófono e hizo justo lo opuesto.
“Como todos saben, mi familia, nuestro gran país, y el presidente de ustedes fuimos sometidos a un calvario terrible por algunas personas muy deshonestas y corruptas que han hecho todo lo posible por destruirnos, y al hacerlo, dañar severamente a nuestra nación”, declaró ante la mirada de Dios y unos 3 mil legisladores y líderes religiosos.
La vocera de la Casa Blanca y aliados del magnate exigieron que los demócratas “rindan cuentas” por lo que supuestamente hicieron al presidente y al país.
Por su parte, Pelosi, en su conferencia de prensa semanal, señaló que en lugar de ofrecer su informe presidencial, llamado el Estado de la Unión, el pasado martes, Trump “utilizó al Congreso de Estados Unidos como trasfondo para un reality show, presentando un estado mental que no tenía ningún contacto con la realidad”.
Al preguntarle sobre su ahora famosa imagen al romper su copia del texto del informe presidencial, Pelosi defendió su acción: “Rompí un manifiesto de falsedades”.
En Iowa
En la primera contienda estatal para determinar quién de los demócratas enfrentará a Trump en noviembre, la catastrófica elección interna en Iowa aún no supera fallas técnicas para rendir resultados confiables, a más de 72 horas de concluir. Con 97 por ciento del conteo, el senador socialista democrático Bernie Sanders va ganando el voto popular por más de 6 mil sufragios y ayer, con base en ello, proclamó su triunfo, afirmando que están en buen camino para ganar la nominación demócrata y “derrotar al presidente más peligroso en la historia moderna de este país”.
Pero en el arcaico proceso de Iowa para determinar la asignación de los 41 delegados que otorga ese estado para la Convención Nacional Demócrata, el que gana más votos no necesariamente obtiene más delegados, y por ahora, parece que Sanders quedará empatado en primer lugar en número de delegados con el centrista Pete Buttigieg.
Peor aún, el resultado ahora está en disputa después de documentarse inconsistencias en el conteo y el presidente del Comité Nacional del Partido Demócrata, Tom Perez, ha pedido una revisión de los cálculos finales, lo cual hasta el momento ha sido rechazado por el partido estatal.
Muchos ya desean olvidarse de Iowa, con casi todos los candidatos demócratas ahora enfocados en la próxima contienda que se realizará el martes en Nuevo Hampshire, otro estado, como Iowa, poco representativo del electorado estadunidense, y aún más pequeño, cuya única importancia en la contienda es que es el segundo en realizar elecciones internas.
En las encuestas más recientes, Sanders está en primer lugar en los sondeos en ese estado, el cual colinda con Vermont, el estado al cual representa en el Senado.
A diferencia de Iowa, Nuevo Hampshire realiza elecciones primarias en lugar de las asambleas electorales del primer estado, y por lo tanto se espera un conteo más ágil y eficiente. Como van las cosas, es posible que se cuente con el resultado del segundo antes de tener los datos finales del primero.
Tomado: Tercerainformacion