Tras conocer el avance de los “rebeldes” en Libia y el cerco que según la prensa norteamericana ha dado a conocer sobre Trípoli capital y sede del gobierno. Y a pesar que, Colombia no mantiene ningún tipo de relaciones diplomáticas con Libia, el presidente Santos reconoció como legítimos a “rebeldes” libios con el argumento de impedir la violencia en contra de los civiles y respaldando el uso de la fuerza ejercida por la OTAN, en contra del régimen de Gadafi, lo que llama la atención es que el gobierno apoye a un bando dentro de un conflicto interno, que no posee el control total del territorio, y es un grupo “rebelde” que utiliza la fuerza como medio para derrocar al gobierno.
Sin olvidar, que el papel de la OTAN resulta cuestionable por el uso de la fuerza que ha desatado contra el gobierno, bombardeando zonas de forma indiscriminada y atacando civiles, desconociendo la soberanía del país y la resolución 1973, del Consejo de Seguridad de la ONU, sobre la protección por razones humanitarias. Que establece que sólo pueden ser “civiles indefensos” y no establece ataques para neutralizar las fuerzas de Gadafi.
El reconocimiento de Santos a los “rebeldes” no merecería ninguna atención sí entendemos que lo hace cómo apoyo a su principal “país amigo” EEUU. Sin embargo, este apoyo abre una discusión sobre el caso colombiano, durante años Colombia ha buscado que el mundo no reconozca la beligerancia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), quienes no poseen el control total del territorio y su influencias en algunas zonas no es constante y por largos periodos. Además, ha buscado por todos los organismos internacionales que se reconozcan como terroristas que ejercen violencia indiscriminada, lo que según impide su estatus. Esto para no considerarlas como un interlocutor válido a la hora de negociar acuerdos de paz y justificar la guerra como fin único.
Este apoyo del gobierno colombiano a los “rebeldes” libios, puede resultar inquietante para América Latina, en primer lugar, puede generar dificultades en el terreno del Derecho Internacional. En segundo lugar, el reconocimiento de un grupo armado que no posee el control total del territorio y se levanto en armas contra el gobierno; puede abrir una caja de pandora para la región, sin olvidar que países como Ecuador, Venezuela y Cuba sentaron su voz de protesta en contra de la ocupación.
Al Colombia reconocer como legitima a una fuerza “rebelde” abre nuevamente la discusión sobre el caso colombiano y el conflicto interno, pues con el mismo argumento que expone Colombia al reconocer como legitimo a los “rebeldes” libios, otros países pueden apoyar a las FARC y reconocerlas como legitimas, brindándoles apoyo, o al tratarse de Colombia este apoyo no se reconocería por considerar que es un aliado de EEUU. Y si otros países deciden imitar a EEUU con el mismo argumento del “ataque preventivo” deciden tomar parte activa en el conflicto colombiano.
Sin olvidar que en Colombia, los bombardeos de la fuerza pública se hacen diariamente y de forma indiscriminada, lo que ocasiona la muerte y el desplazamiento de la población civil y la constante violación a los derechos humanos que ejerce la fuerza pública. Aquí surgen varios interrogantes ¿qué pasaría si un país se siente con el derecho justificado en defensa de los civiles de prestarle apoyo en armas a las fuerzas insurgentes colombianas o reconocerles el estatus político y pactar acuerdos de cooperación si al igual que en Libia constituyen una fuerza en oposición al gobierno. O entrar a bombardear zonas de la forma como lo hace la OTAN, estaríamos frente a un escenario internacional de guerra y ¿Cuál sería el argumento de Colombia por qué los “rebeldes” libios son legítimos y los rebeldes colombianos no?
Vale la pena, recordarle al gobierno que así cómo considera que Libia merece un régimen que respete los derechos humanos, Colombia debería hacer lo mismo y prestarle mayor atención al conflicto interno cuyas víctimas principales son civiles inocentes.