No se trata del maletín con la clave de las armas nucleares que tiene Estados Unidos. Tampoco del abultado escaparate volante para que no falte nada en la escena histriónica del presidente. Lo que no puede olvidar Donald Trump es su teléfono móvil con sus entretenidos twits.
Pero, en los avatares de este mandatario hay otras cargas que lo acompañan en su andar entre gestos y cámaras.
En su agenda no faltan, como es lógico, las ya gastadas justificaciones para hacer guerras –usadas por administraciones anteriores–. Esta vez, solo han recibido un poco de colorete de mala factura y ¡allá va eso!
El montaje cromático respecto a las armas químicas en Siria se vino abajo cuando los propios testigos utilizados para el show, confirmaron la manipulación de que fueron objeto.
Parece que Trump no se ha dado por enterado de cómo George W. Bush armó la obra de teatro para atacar a Irak. O cómo hizo caer en la trampa a las autoridades de Libia para luego desestabilizar totalmente al país árabe y asesinar a su presidente.
Tampoco el magnate devenido en mandatario se ha detenido un momento a leer aquello de que en la antigua Yugoslavia se violaban los derechos humanos y se mataban a los ciudadanos de Kosovo, justificación de otro presidente, Bill Clinton, para bombardear al país balcánico durante 78 días y noches y luego desintegrar la gran nación.
Pero no todo son historias de guerras y agresiones en el paso de los mandatarios por la Casa Blanca.
En el caso de Donald Trump ahora se destapan noticias que implican su ética o su antiética.
Una de estas confidencias, se refiere a un documento médico, que había sido dictaminado por el doctor Harold Bornstein en el 2015, en el que se calificaba a Trump como «la persona más saludable en llegar a la presidencia de Estados Unidos».
«Soy un genio muy estable», exclamó entonces el magnate, feliz de que lo dictado al galeno se reflejara textualmente.
Pero resulta que el tiempo, para bien o para mal, puede ser el mayor amigo o el peor enemigo de acuerdo con las circunstancias.
Y esta vez, el propio doctor al que Trump dictó el «resultado médico» del «genio», declaró que fue el gobernante quien elaboró el documento.
¿Dónde está la ética médica? ¿Dónde la ética de la persona que dirige los destinos de un país, en este caso la mayor potencia del mundo?
Revelaciones como esta evidencian que no es para nada extraño inventar «armas químicas en Siria» o cualquier otra mentira. Es el reflejo de un sistema con metástasis y de personajes en fase terminal.
Cuando los entonces también candidatos a la Casa Blanca, Hillary Clinton y Jeb Bush, publicaron su historial médico. Donald Trump respondió con una carta en la que el controvertido doctor Harold Bornstein le diagnosticaba una salud «asombrosamente excelente» y una «fuerza física y energía extraordinarias».
«Trump pasó recientemente por un completo examen médico... Su presión arterial y los análisis de laboratorio eran «asombrosamente excelentes» y aseguraba que había perdido siete kilogramos en el último año, describió Bornstein.
Posterior a la denuncia de Bornstein sobre lo ocurrido con el falso diagnóstico, el galeno ha aportado el dato adicional de que, el 3 de febrero del 2017 recibió una visita de uno de los guardaespaldas personales de Trump y otros dos hombres en su consultorio de Nueva York.
Se llevaron el original y la única copia de los registros médicos de Trump, incluidos sus análisis de laboratorio, dijo el médico a NBC y agregó que el incidente le hizo sentir «violado, asustado y triste».
Parece entonces –digo yo– que no hacen falta más revelaciones para constatar cómo anda la ética en ese sistema y su máximo gobernante.
Pero también otra noticia ha salido a la luz por estos primeros días de mayo.
El presidente estadounidense, reconoció el reembolso a su abogado Michael Cohen del dinero pagado en un acuerdo de confidencialidad con la actriz porno Stormy Daniels.
Stephany Clifford, cuyo nombre artístico es Stormy Daniels, recibió un pago de 130 000 dólares en el 2016 por parte del abogado personal de Trump.
Por primera vez, el dignatario admitió haber estado involucrado en el pago a una actriz porno. La corista asegura que en el 2016 mantuvo un encuentro sexual con Trump, quien ya estaba casado entonces con su actual esposa, Melania.
Es por esos oscuros caminos por donde transita la ética en el gobierno del país que trata de imponer al mundo su sistema como ejemplo.
Tomado: Granma