El director de cine Ken Loach responde a las recientes acusaciones en The Guardian y New York Times de haber dado legitimidad espuria a la negación del Holocausto.
Tras las recientes acusaciones en su contra por parte de Jonathan Freedland en The Guardian y Howard Jacobson en el New York Times, y ante la negativa de estos mismos periódicos a brindarle ningún tipo de oportunidad de proporcionar una respuesta adecuada, el director de cine Ken Loach ha hablado con Frank Barat, del Transnational Institute, sobre Palestina y los continuos ataques a los que se enfrenta cualquiera que se posicione a favor de la justicia social.
En los últimos días te has visto atacado por posicionarte en el tema palestino. De hecho, se te viene atacando desde tu obra Perdición de finales de los años 80. ¿Crees que se ha hecho más difícil hoy en día posicionarse a favor de la solidaridad con el pueblo palestino?
Creo que las cosas avanzan. La obra de la que hablas, Perdición, fue escrita por Jim Allen, un maravilloso socialista y un gran escritor de Manchester, un obrero. Escribió esta obra sobre los acontecimientos que habían tenido lugar en Hungría justo antes del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el sionista Rudolph Kastner llegó a un trato según el cual a algunos judíos se les permitiría escapar en trenes para asentarse en Palestina, y a los otros — cientos de miles en número — se les ordenaría que montasen en trenes hacia campos de exterminio, sin conocer su lugar de destino. La obra era un debate sobre eso.
Se nos atacó por el mero hecho de abordar este tema. Se nos acusó de ser antisemitas, racistas y de apoyar calumnias de sangre que se retrotraían siglos. El teatro Royal Court, que tenía fama de ser el teatro de los escritores, censuró la obra. Por supuesto, quienes nos defendían eran judíos, como siempre. La gente que realmente vio de qué trataba la obra eran judíos. Hicieron una excelente defensa de la obra. Desde entonces he estado en la línea de fuego.
Y parece que ahora a todos los que se posicionan a favor de los palestinos se les injuria, aunque creo que todo lo que hace la gente es defender los derechos humanos, decir que son aplicables a todo el mundo y que los palestinos tienen derecho a vivir en paz y con seguridad en sus casas tanto como el resto.
La situación se ha vuelto mucho más difícil, y creo que el problema es que nuestros gobiernos, colectivamente —EE UU, Reino Unido y en Europa también —, han sido cómplices en la opresión de los palestinos al hacer pactos con Israel. Los pactos económicos, por supuesto, son el mayor problema.
Los asuntos culturales y deportivos también. ¡Israel incluso participa en campeonatos de fútbol europeos! Es descabellado. Egipto no participa, ni lo hacen tampoco Líbano, Argelia ni Marruecos. Israel está en el Medio Oriente. ¿Qué hace en la copa europea de fútbol, por no mencionar el concurso europeo de la canción? Muchos países pagarían mucho dinero para no participar en estas competiciones, pero la clave está en el nombre: europeo. ¿Por qué está ahí Israel? Lo sabemos: es parte de una ofensiva cultural para decir que Israel es realmente una democracia occidental.
Por supuesto sabemos que Israel está infringiendo el derecho internacional, los Convenios de Ginebra, robando la tierra que pertenece a otro pueblo y haciendo intolerable la vida de los palestinos. Pero como la campaña contra la ilegalidad israelí, así como el movimiento de boicot, han cobrado fuerza, ahora hay una ofensiva por parte de Israel y sus apoyos en Occidente para ilegalizar los debates de un boicot, para vilipendiar a quienes apoyan a los palestinos. Así que sí, se ha vuelto más difícil.
Ahora mismo tenemos a activistas del BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) a los que se criminaliza por apoyar el boicot, a gente como Moshe Machover a quien se expulsa del Partido Laborista por escribir en contra del sionismo, a Roger Waters y a ti se os acusa de ser antisemitas, y a Tony Blair hablando sobre alianzas entre la izquierda y los islamistas. ¿Ves algún patrón aquí? ¿Puedes unir los puntos?
Bueno, creo que todo es parte de una campaña organizada para hacer inaceptable criticar a Israel. Para correr un velo sobre las veces que Israel infringe el derecho internacional y para ver la crítica de Israel y el sionismo como antisemita. La expulsión de Moshe Machover, un hombre de gran integridad, un académico, del Partido Laborista, y la idea de que es antisemita es descabellada.
No obstante, hay un patrón. A menudo te vas a encontrar con un periódico liberal que tira la primera piedra, con un lenguaje moderado, y a menudo abren la puerta para que los extremistas utilicen el término antisemita. En este caso, yo fui acusado por Jonathan Freedland en The Guardian de dar “legitimidad espuria” a la negación del Holocausto. Por supuesto que no hice nada por el estilo.
Alguien citó otra entrevista que había hecho otra persona; yo no sabía lo que se había dicho, no sabía que se me había preguntado si lo defendía o lo condenaba, solo estaba haciendo una generalización. Y estas palabras se tergiversaron para sugerir que yo toleraba la negación del Holocausto. Por supuesto que no lo hago. El Holocausto es un acontecimiento histórico real de la Segunda Guerra Mundial. Pero la idea de que la historia no se puede debatir está mal. El Holocausto se debate en profundidad continuamente, y con razón. A través de museos, películas, artículos, libros. Como se hace con la guerra, el ascenso del fascismo y quienes lo apoyaron, que se debate un poco menos porque implica hablar de grandes empresas…
Así que la primera piedra se tira con un lenguaje bastante moderado, y entonces viene un artículo que he descubierto hoy mismo, escrito por un tal Howard Jacobson, un autor británico, que escribió en el New York Times que hay un “tufillo a sed de sangre”, incluso desde el congreso del Partido Laborista en Brighton. Las frases como “sed de sangre” tienen la intención de ser incendiarias, provocadoras y de despertar la rabia contra quien sea nominado en estos ataques. Lo más grave llega al final, cuando este hombre dice que “en lo que hace falta insistir es en que el sionismo —la idea, no los acontecimientos políticos a los que ha dado lugar— es central en la mente y la imaginación judías. Aquellos que están en contra del sionismo pero no de los judíos están sembrando la confusión”. En otras palabras: si criticas al sionismo, estás criticando a los judíos y eres antisemita. Por lo que yo sé, el sionismo es una ideología del siglo XIX. Pero antes de eso, antes del sionismo, había judíos. ¿No cuentan?
Todo esto es peligroso porque el sionismo lleva a Israel, y criticar a Israel —no solo sus políticas actuales sino su misma fundación— se vuelve antisemita. Pero, por supuesto, hay muchos judíos en Israel y fuera de Israel que de hecho se oponen al sionismo, se oponen a lo que Israel está haciendo y apoyan a los palestinos. Jacobson escribe que, en el ambiente crítico con Israel, “un israelí antisionista es un héroe”. Lo dice irónicamente, por supuesto. Así pues, está intentando desautorizar a la gente valiente que, en Israel y fuera, desde una perspectiva judía, tienen el valor de pronunciarse, personas a las que también se les va a condenar. Así es como avanza este proceso: primero un ataque moderado, y luego un ataque violento.
¿Cómo deberíamos responder a lo que está pasando? Si se ataca la solidaridad, ¿cómo reconstruimos y reafirmamos esa solidaridad?
Simplemente tienes que decir la verdad. Solo decir la verdad. Un amigo tuyo, y alguien por quien yo siento un enorme respeto, es el historiador israelí Ilan Pappé. Describe en mucho detalle, con gran rigor académico, la expulsión de cientos de miles de palestinos de sus tierras y lo llama la limpieza étnica de Palestina. Esto es un acontecimiento histórico. Cuando miras las pruebas, no se pueden rebatir.
El año que viene se van a cumplir 70 años desde la fundación de Israel. Tenemos que defender la verdad: Israel se fundó sobre una limpieza étnica. Tenemos que afirmar la realidad de la fundación de Israel y las consecuencias de estas políticas, que se han venido ejerciendo desde entonces. Es necesario que exijamos el cumplimiento del derecho internacional, de los Convenios de Ginebra. Decir la verdad.
Al final la gente terminará dándose cuenta de que apoyar a los palestinos es apoyar la justicia y los derechos humanos. Tenemos que organizarnos, exigir que la gente los apoye, aquellos que en general se consideran a favor de la convivencia pacífica. Es necesario que les digamos que, ahora que tienen los hechos, ¿cómo pueden no apoyar a los palestinos?
Sobre el autor: Frank Barat, es Coordinador del programa War and Pacification (Guerra y Pacificación) en el Transnational Institute. Ha editado algunos libros, el último es Freedom is a Constant Struggle (La libertad es una batalla constante) con Angela Davis. Forma parte de la revista Revue Ballast donde también se ha publicado este artículo (en francés).
Traducción: Ana Almar Liante
Fuente original: Ken Loach on Palestine: “don’t be distracted, just tell the truth”
Tomado. tercerainformacion