Esta vez son los cacaoteros y el transporte que se unieron al paro iniciado desde el lunes 25 de febrero, por los caficultores, quienes buscan mejores condiciones en su calidad de vida, no morir de hambre, precios justos por su trabajo, que el campo vuelva a producir agricultura y no minería ni agrocombustibles, ser tenidos en cuenta en las políticas agrarias como productores.
Diferentes sectores del campo se han unido en todo el país al paro y dicen estar dispuestos a mantener el paro hasta que el gobierno se siente a dialogar, esto debido a la precariedad que el gobierno sostiene en el campo, dándole garantías plenas a las multinacionales, mientras que los pequeños y medianos productores se ven agobiados por la falta de incentivos hacia el campo, bajos precios del café, baja producción. Sin contar las dificultades que se tienen por vivir en el campo, la pobreza, violencia, marginalidad, son los factores que predominan.
Mientras esto ocurre el gobierno reprime a los manifestantes, con lo que se quiere prohibir el legítimo derecho a la protesta, cientos de manifestantes han resultado herido por acciones del ESMAD, y el gobierno en cabeza de su ministro de agricultura pretende desconocer el paro y quitarle peso al señalar que el paro se encuentra infiltrado por las FARC, discurso utilizado desde hace más de 50 años, para de esta forma entrar a reprimir y judicializar a los manifestantes, no negociar las demandas de los campesinos y quitarle apoyo de otros sectores que entiende lo legitimo del paro. Con este argumento se declara la ilegalidad del paro, dejando al campo en las mismas condiciones abriendo espacio para las multinacionales.