Al tiempo que la agresión a Siria se generalizaba en el 2011, fue creado el llamado Observatorio Sirio para los Derechos Humanos en Coventry, Reino Unido, cuyo Gobierno exigía y propiciaba el derrocamiento de Bashar al Assad.
Datos comprobados indican que en una casa de dos dormitorios y amplia terraza, se establecieron en esa ciudad, unos 100 kilómetros al noreste de Londres, Rami Abdul Rahman y Mousab Azzawi, sirios de confesión sunnita y desconocidos hasta ese momento.
El Observatorio fue definido como una organización no gubernamental, de la oposición al Gobierno de Damasco y que desde sus inicios fue la principal suministradora de noticias a los medios masivos de comunicación occidentales.
Tanto en Coventry como en Londres se definió a Rahman como un ciudadano “perseguido” desde el año 2000 por las autoridades sirias y que por decantación fue acogido en el Reino Unido no sin antes pasar por investigaciones del Mi 6, los servicios de inteligencia británicos.
Nadie, ni el propio Rahman, fueron claros sobre la “apertura” de esa oficina y mucho menos del aporte financiero que los ha hecho “sobrevivir ” hasta ahora independientemente de las discrepancias con Azzawi acerca de la fundación y ejecutividad de la organización.
Apenas existen dudas de quienes les respaldan aún cuando sus sistemas y métodos de información sean ampliamente cuestionados y tengan la clara tendencia de culpar al Gobierno y Ejército sirios de todas las masacres, ataques químicos y otras barbaridades y sin una censura mínima a la actuación de los innumerables grupos terroristas.
La más reciente “denuncia” del observatorio achaca la muerte de al menos 25 niños en regiones sirias al bombardeo indiscriminado de la aviación rusa y siria sin una prueba real y objetiva, en un método “informativo” habitual y en correspondencia con los perfiles editoriales manipuladores de agencias y medios de comunicación occidentales.
Tal actuación se enmarca en las intensas maniobras de Estados Unidos y la Coalición Internacional que lidera y que ahora ofrecen amplia publicidad a unas recién creadas Fuerzas Democrática Siria (FDS), a las que califican de oposición moderada a pesar de sus conocidos vínculos con el Frente al Nusra y otras agrupaciones similares.
El primer difusor de esas concepciones es el Observatorio, el cual según Abdul Rahman, tiene una red al menos de 200 colaboradores que publican y son permanentes suministradores de “noticias” a televisoras como Al Jazeera y otras radicadas en Qatar, Arabia Saudí o Turquía.
De igual manera, colaboran con intensidad, incluso a través de manipulaciones y tergiversaciones de imágenes y testimonios, con organizaciones como Amnistía Internacional y son capaces de publicar entrevistas de “asesinados” por el Gobierno sirio y que luego aparecen en Riad o Ankara.
Nadie sabe a ciencia cierta qué contactos tiene Rami Abdel Rahman sobre el terreno en Siria, pero la información “en general, dramática y con poco detalle” fluye sin parar, afirma el analista y periodista Nimrod Kamer para el medio Russia Today.
La falta de transparencia de las comunicaciones del Observatorio, el misterio en que se mueven las disputas entre Abdul Rahman y su exsegundo Azzawi, son perfectamente controladas por los servicios de inteligencia británico, turco y saudíes y por supuesto, están bajo “la atenta mirada” de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA).
El papel del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos es por tanto, otra forma de ataque mediático como parte de la guerra impuesta a Siria desde hace cinco años y que obvia sin medir consecuencias, cifras de víctimas que pasan de 260 mil personas y significan un costo de pérdidas económicas superior a los 200 mil millones de dólares.
Pedro García Hernández
Tomado: LibreRed.net