Con el argumento de la
fabricación de armas de destrucción masiva Bush y los aliados ordenaron atacar
Irak, el 20 de marzo de 2003, guerra que concluyó el 18 de diciembre de 2011,
dejando a su paso un país destruido, cuando se conoció que en realidad no existían
armas y que de lo que se trataba era de acabar con un antiguo aliado, que ya no
servía para los intereses del imperio. Bush justificó su ataque con el designio
divino que Dios le había encomendado en un sueño según dijo “Dios le dijo ataca
a Irak”.
Para Obama fue más fácil
justificar invasiones y destruir países como lo ocurrido con la llamada
primavera árabe, donde se argumentó la defensa de los civiles en países como
Libia; Siria y así poder entrar saquear los minerales y destruir el país, los
civiles que tanto le preocupaban ni se dieron enterados que los estaban
defendiendo, porque, les toco salir en busca de protección a otros países,
lanzarse a una aventura incierta por el mar, para salvar sus vidas.
A pesar, que la causa de su éxodo
máximo la han generado las guerras que impone el imperio, existen países que se
niegan a recibir a los migrantes y estos son tratados como delincuentes que
deben vivir en campamentos y campos de concentración, para no ser recibidos por
los mismos países que están invadiendo sus países.
Ahora este mismo escenario
se está viviendo en Latinoamérica, con el éxodo máximo de venezolanos que están
llegando en masa a países como Colombia, Ecuador, Perú, Chile entre otros, esto
debido a la crisis económica que vive el país y a una pobre gestión del
gobierno de Maduro, la salida de empresas multinacionales y la poca actividad agrícola
han llevado a una falta de productos de primera necesidad, sumado a la
devaluación del bolívar, tienen a Venezuela sumergida en una crisis social.
Frente a esto EEUU, ha
amenazado con invadir Venezuela e imponer el orden como lo hizo en Panamá el 20
de diciembre de 1989, con un saldo trágico de más de 3000 muertos, lo que
parece insólito, es que el gobierno lacayo de Duque en cabeza de su embajador
Francisco Santos, estén pidiendo una invasión por todos los medios, con
incalculables resultados no solo para Venezuela sino para Colombia.
Parece indicar que el
gobierno Duque sin capacidad de gobernar y sin un programa de gobierno,
pretende justificar su estadía en la casa de nari, buscando apoyo para una
nueva guerra, su viaje a Europa lo hizo con ese mismo argumento plantear la crisis
de Venezuela, sin que le preocupe que el proceso de paz ha entrado en un
incumplimiento de lo pactado, que parece augurar el fin y el comienzo de una
nueva confrontación.
Pero no es solo el gobierno títere
de Colombia el que pide invasión a Venezuela, sino la extrema derecha de estos
dos países, que cuentan con el liderazgo de Uribe Vélez el nefasto expresidente
y ahora congresista de Colombia que busca por todos los medios incentivar una
guerra, que como fin único busca el saqueo y la destrucción, pero este eje del
mal en la región no solo busca la destrucción de Venezuela sino de Nicaragua,
como gobiernos que no se suman a aplicar las políticas neoliberales impuestas
desde el imperio, para ello es fundamental el triunfo de Bolsonaro en Brasil,
con lo que se instauraría el fascismo en la región.
Pero, esta guerra que se ha
venido formando no solo busca el petróleo de Venezuela, sino sacar a Rusia de
la región e incentivar la compra de armamento, base de la economía de EEUU, que
se pone en riesgo cuando los países buscan acuerdos de paz, no es el caso
colombiano que después de firmar un acuerdo de paz busca renovar e intensificar
su armamento.
El llamado a la guerra en
Venezuela por parte de Colombia, abre la posibilidad de iniciar un conflicto de
inimaginables consecuencias no solo para estos países, sino para la región
considerada una de las más pacificas del planeta, vale decir, que ni Trump,
Uribe Duque o Santos van a estar en la primera fila del combate, por lo que
ellos solo cumplirán lo que Trump les indique y desde un monitor en la
comodidad de su sillón ver como los pobres libran una guerra que no les corresponde,
defendiendo los intereses de una minoría e invadiendo un territorio que no les
pertenece.