En el mes de febrero el ejército israelí mató a ocho palestinos e hirió a varias decenas, dejando inválidos a manifestantes “que no constituían un peligro inminente” para los soldados israelíes, según un informe de las Naciones Unidas.
El informe divulgado la semana pasada señala que Israel ha podido cometer crímes de guerra contra los palestinos durante los últimos meses, en la represión de las protestas de la franja de Gaza especialmente, pero también en Cisjordania.
Corbyn se hizo eco este fin de semana en Twitter del informe y pidió al gobierno de Theresa May que adopte medidas contra Israel, incluyendo el cese de venta de armas.
Jeremy Corbyn está en el punto de mira de la comunidad judía del Reino Unido desde que asumió el mando del partido laborista. Los críticos aseguran que el partido laborista británico es un foco de antisemitismo y hacen responsable del mismo a Corbyn.
Esto ocurre simplemente porque Corbyn se muestra crítico con Israel, según se ha publicado en los últimos meses en distintos medios de comunicación de ese país.
Las denuncias por supuesto antisemitismo en el partido laborista han crecido desde que Corbyn lo dirige y es evidente que los críticos no cesarán hasta que haya un cambio en la dirección del partido.
Sin embargo, las denuncias, aún en el supuesto de que todas sean ciertas, tienen que ver con el 0,08 por ciento de los militantes del partido, un porcentaje muy pequeño y que los rivales de Corbyn están exagerando deliberadamente.
La guerra de Corbyn se enmarca en un conflicto más general que tiene lugar en varios países de Europa, incluida Francia, en los que se está acusando de antisemitismo a sectores amplios de la población, aunque en el horizonte sigue apareciendo el fantasma de Israel y la ocupación de los territorios palestinos.
Ni Theresa May ni Emmanuel Macron están haciendo lo que deberían hacer para acabar con la opresión del ejército israelí. Al contrario, ambos están siguiendo el juego a la ocupación.
Fuente: Eugenio García Gascón, Público