Bombas estadounideses, pilotos alemanes
Büchel no fue elegido al azar: El Ala Aérea Táctica 33 del Bundeswehr está estacionada aquí. Si se produjera un ataque con armas nucleares, los pilotos de la Luftwaffe volarían las bombas atómicas a sus objetivos con cazas alemanes Tornado y las lanzarían. «Compartir la energía nuclear» es el nombre de esta estrategia, a través del cual el Estado no poseedor de armas nucleares, como Alemania, puede usar las bombas nucleares de EE.UU. Las tareas están claramente divididas: Los códigos para armar las bombas nucleares solo los conoce el personal militar de EE. UU., pero su lanzamiento sería tarea de los soldados alemanes.
Disuasión con los viejos aviones
Las bombas nucleares son «una clara señal disuasoria para cualquier adversario potencial», según la Revisión de la Postura Nuclear, en la que el Gobierno de EE. UU. describió su estrategia nuclear en febrero de 2018. ¿Pero son las bombas de Büchel realmente un elemento de disuasión?
Los aviones de combate alemanes Tornado, destinados a su posible lanzamiento, fueron construidos en los años 80. Hoy en día son técnicamente anticuados y susceptibles de ser reparados. Los expertos dudan que puedan superar el ultramoderno sistema de defensa aéreo ruso. El Gobierno alemán aún no ha tomado la decisión, largamente esperada, de un sucesor para el viejo Tornado.
En términos militares, las armas nucleares almacenadas en Alemania «ciertamente no son decisivas», concluye Tobias Lindner, experto en defensa de los Verdes en el Parlamento (Bundestag). O sea no son decisivas para el éxito o el fracaso militar. Lindner las considera más bien un arma «costosa, peligrosa y de anticuada contribución simbólica para tener voz dentro de la OTAN».
Intercambio de información dentro de la OTAN
La OTAN está a cargo de la planificación estratégica del paraguas nuclear sobre Europa Occidental. Más precisamente, en el Grupo de Planificación Nuclear, que incluye a los ministros de Defensa de todos los países de la OTAN —con la excepción de la potencia nuclear Francia, que no participa a petición propia—. Los miembros del Gobierno federal subrayan repetidamente que es extremadamente importante que Alemania tenga voz en este organismo de la OTAN.
El experto en armas nucleares Hans Kristensen, uno de los mejores expertos del mundo en la materia, también ha escuchado este argumento de los representantes del ministerio de Defensa alemán. «Creen que esto les da la oportunidad de influir en la postura de EE. UU. sobre el uso de armas nucleares», apunta Kristensen.
Pero el científico danés, director del Proyecto de Información Nuclear de la Federación de Científicos Americanos en Washington, afírma a DW que «ni EE. UU. ni el Pentágono han tenido alguna en vez en cuenta los puntos de vista de Alemania sobre el uso de las armas nucleares”.
Pero no se trata solo de tener voz y acceso a la información, enfatiza Heinrich Brauß, experto de la OTAN. Hasta julio de 2018, el ahora retirado teniente general también asesoró a la alianza de defensa en cuestiones de disuasión. «Si Alemania se retira del reparto nuclear y de la carga, entonces países como Bélgica, Italia y Holanda también se retirarán», asume Brauß, quien fue Secretario General Adjunto de la OTAN para la Política de Defensa y Planificación de Fuerzas.
Un costoso programa de modernización
Diez años después de la decisión del Bundestag, las bombas nucleares estadounidenses de tipo B61-3 y B61-4, que tienen unos 30 años de antigüedad y han llegado al final de su vida útil, deben ser modernizadas. Serán reemplazados por el nuevo B61-12, que es dirigible, y por lo tanto puede alcanzar objetivos con mucha más precisión. Según Kristensen, esto es «una ventaja militar significativa».
EE. UU. gasta unos diez mil millones de dólares en todo el programa de modernización. «Hay cálculos que indican que sería más barato construir la bomba con oro sólido», señala Kristensen.
«Operación Interruptor de la Bomba»
Los críticos temen ahora que las nuevas bombas de despliegue más preciso puedan aumentar el peligro de un ataque nuclear. «Personalmente, me preocupa mucho que el conflicto Este-Oeste vuelva a estallar», dice Elke Koller, que fue galardonada con el Premio de la Paz de Aquisgrán en 2019 por su trabajo contra las armas nucleares. El experto en armamento Tobias Lindner, de los Verdes, también cree que «cruzar un umbral nuclear» con la nueva generación de armas nucleares es más concebible.
Los expertos esperan que las nuevas bombas atómicas lleguen hasta 2022. En cualquier caso, el intercambio de las bombas tendrá lugar en el mayor secreto posible, un piloto de la fuerza aérea, que conoce la base aérea de Büchel como la palma de su mano, sospecha. «Entonces el aeropuerto será cerrarado, y un avión estadounidense llegará, y no se sabrá si trajo Coca-Cola o recogió bombas».
Traducción: Resumen Latinoamericano
Tomado: tercerainformacion