Por
estos días se ha conocido el inicio de diálogos entre la insurgencia colombiana
y el gobierno de Santos, llevados a cabo en la Habana, en una primera fase
exploratoria, para iniciar acuerdos de paz en Oslo. De los acuerdos que se
logren depende en buena parte la continuidad o el fin de la guerra.
Estos
acercamientos son positivos en primer lugar, porque sólo a través del dialogo
es que Colombia caminara por la senda de la paz, segundo, el reconocimiento del
gobierno a las FARC como un interlocutor válido para tratar temas de política
domestica y de orden interno.
De los
grandes temas que se logren llevar a la mesa y concretar, sobre todo políticas
sociales y reforma agraria, depende el fin del conflicto. Sin embargo, estos
cambios están supeditados a las verdaderas intensiones del gobierno de
transformaciones sociales, entendiendo que hace rato encendió la locomotora
minera dando la entrada a capitales transnacionales y corporaciones
multinacionales que no están dispuestas a reformular contratos ni acuerdos, por
lo que es casi imposible romper con ello.
Sin olvidar que, gran parte de las zonas donde se realiza la extracción
de minerales y petróleo tiene una tradición de conflictos, por lo que es muy
importante para el gobierno tratar de pacificar o desalojar estas zonas. Es decir,
obtener mayor rendimiento y más “confianza inversionista”, sin que el modelo económico
neoliberal se vea afectado.
Uno de
los grandes problemas y quizás el que dio origen a la insurgencia, es la
reforma agraria, los gobiernos algunos más que otros han propuesto paliativos
con respecto a la tenencia de la tierra y la concentración en pocas manos, sin
concretar una reforma, en el caso de Santos es la “ley de restitución de
tierras”, que viene a ser un contentillo a las víctima, pero en realidad no
soluciona el problema agrario. La pregunta que surge es ¿Santos está dispuesto a plantear una reforma agraria, o la ley de
tierras tiene ese propósito? Cuando ya está en marcha la locomotora minera, que
amenaza con más despojos.
Por otro
lado, que espera el gobierno de la insurgencia, la firma de una rendición o
realmente abrir espacios de participación política, con verdaderas opciones en
el ejercicio de la política, será que las élites están dispuestas a ceder su
puesto en beneficio del país y perder parte de la torta burocrática que les ha
permitido acrecentar sus fortunas, o peor aún dejar de ver al Estado como su
patrimonio y entregarlo a beneficio de la sociedad, o solo ceder algunos cargos
burocráticos que no representen mayores transformaciones y así dar la idea de
un proceso exitosos.
Sobre
la participación de EEUU, será que realmente Santos renuncia a la ayuda e
injerencia de EEUU o peor aun será que EEUU, está dispuesto a retirar sus
efectivos, es poco probable que esto suceda. Si tenemos en cuenta que Santos afirmo en declaraciones de prensa que hace rato le había informado a Obama
sobre el propósito de dialogar con las FARC. Es poco probable que EEUU, acepte
un nuevo proceso político, con las consecuencias que trae para su hegemonía, no
puede perder su principal aliado y la amenaza que representan los cambios para
el imperio.
Hasta
donde el Estado está dispuesto a desmontar los grupos de paramilitares, si esto
no ocurre seguirán existiendo masacres, desplazamiento, usurpación de tierras. En
este mismo sentido, las fuerzas armadas que son las más grandes del continente,
por supuesto que en situaciones de paz es imposible construir desarrollo y
mantener el ejército en el tamaño y tecnología. Como bien lo dijo Petras “Santos
no es muy confiable como interlocutor”, mientras habla de paz, se propone
aumentar el pie de fuerza, la llegada de aviones de combate, helicópteros y
todo un arsenal de guerra de última tecnología, esto hace pensar que la paz no
es su objetivo, sino estimular la guerra, pues genera mejores ganancias para
las élites que han vivido del negocio, por lo que la paz no resulta rentable
sino para un sector de la sociedad. Sin olvidar el papel de la ultra derecha quienes
han hecho de la guerra su gran negocio. ¿será que Santos esta dispuesto a negociar verdaderos cambios sociales?