Damasco, 17 sep (PL) Los humanos somos proclives a exteriorizar espinosas incógnitas con frases lapidarias como esta, Siria: ¿Hacia donde van los tiros?, pregunta que muchos se hacen sobre la crisis en esta nación levantina.
La visita a Damasco la semana que recién concluyó del representante de la ONU y la Liga Árabe, Lakhdar Brahimi, abrió interrogantes sobre el rumbo de los acontecimientos en esta enredada madeja, en la cual muchos hilos se cruzan y que, según el excanciller argelino, muchos tratan de resolver.
Nadie está en desacuerdo con la necesidad de detener el derramamiento de sangre y restaurar la armonía entre la población en Siria, dijo Brahimi a su llegada a esta capital, pero se marchó sin adelantar nada sobre los derroteros que seguirá su mediación.
Al partir declaró que aún no presentará un plan para poner fin a la crisis siria y que este se conocería solo después de reunirse con todas las partes, aunque la iniciativa de seis puntos de su antecesor Kofi Annan y los acuerdos de Ginebra se mantienen como brújula.
Luego de su entrevista con el presidente Bashar al-Assad, el sábado en la mañana, declaró: "No hay un plan por ahora, desarrollaremos uno después de reunirnos con todos los involucrados y espero que el plan sea útil para la salvación de Siria".
Hemos conversado y me parece que el presidente al-Assad tiene más idea que yo de las dimensiones de la crisis y de su gravedad, puntualizó, con palabras que definen, en parte, la voluntad de las autoridades locales de poner fin a un problema, en el cual la población es la más afectada.
Durante su visita de tres días, el avezado mediador, con experiencia en Afganistán y El Líbano, en etapas turbulentas, alertó sobre los peligros de la crisis impuesta a este país, no solo para los sirios, sino también para toda la región y el mundo.
Sus encuentros con grupos opositores en Siria tuvieron respuesta inmediata durante un encuentro en esta capital la víspera, en el cual más de 24 organizaciones políticas y personalidades convocaron a una conferencia nacional de toda la oposición y los partidos dentro y fuera para resolver el asunto.
Los participantes indicaron que el llamado emergió en vista de lograr un diálogo entre sirios, sin condiciones previas o preconceptos, y trabajando para detener el derramamiento de sangre y la preservación de la integridad territorial y la unidad del pueblo.
Esa es una de las máximas que planteó Brahimi aquí, pero hay que ver cuál es la reacción de factores externos que apoyan con financiamiento, armas y todo tipo de ayuda a las bandas irregulares, hasta ahora negados a dialogar y si lo hacen ponen como condición la salida de al-Assad del gobierno.
El mandatario ha reiterado que si el pueblo se lo pide, a través de una consulta, abandonará el poder, pero no por imposición de los enemigos del país.
Los participantes en la reunión en esta capital, entre ellos Adel N'eiseh, el portavoz del Frente Popular para el Cambio y la Liberación, llamaron a acelerar la solución de la crisis en Siria para detener el derramamiento de sangre, el sabotaje y asegurar el retorno de los desplazados.
Mientras, Qadri Jamil, miembro del Frente, subrayó que esta iniciativa refleja la nueva esfera política en la nación, que se basa en el pluralismo político y de partidos, y en el no monopolio de la voluntad del pueblo sirio por cualquiera de las partes.
Al parecer, la oposición de adentro y el Gobierno coinciden en la necesidad del diálogo y el canciller sirio, Walid al-Moallem, prometió una cooperación total con la misión de Brahimi.
Sin embargo, alertó, que el avance del proceso dependerá de los países que "arman, financian y entrenan a los grupos terroristas", por lo visto el obstáculo insalvable, hasta ahora para desenredar la madeja.
Tomado: Prensa Latina