La reacción de la izquierda paraguaya ante una ofensiva de los sectores más conservadores del país enfrentó, en la semana que termina, a lo calificado como intento de un nuevo golpe a la democracia.
Una campaña mediática, que ocupó amplios espacios en la prensa local, se centró en acusaciones dispersas, sin esgrimir pruebas y con un evidente tinte político, contra el expresidente Fernando Lugo, señalándolo como creador de un supuesto grupo armado.
La arremetida se registró tras un atentado contra el ganadero Luis Lindstron, muerto por desconocidos cerca de una de sus haciendas en el departamento de San Pedro, crimen adjudicado al llamado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
Al EPP, supuestamente creado en el 2001, mucho antes de asumir Lugo la presidencia de la República, se le sindica como autor de numerosos hechos, unidos a los fracasos de los gobiernos de los partidos tradicionales por liquidar a sus integrantes.
La campaña contra Lugo fue creciendo y extendiéndose a los dirigentes del Frente e incluyó expresiones en las cuales se planteó impedir que sus legisladores electos en los recientes comicios puedan tomar posesión de sus cargos a fines de este mes.
Un acuerdo de la dirigencia del Frente denunció el uso político de la muerte de Lindstron para llevar adelante un nuevo quiebre del proceso democrático del país, similar al golpe de Estado parlamentario del pasado año, el cual destituyó a Lugo.
Advirtió que se pretende llevar adelante una nueva campaña basada en una ideología anticomunista, desconocer otra vez la voluntad popular, al igual que en el golpe contra Lugo y ocultar la posible vinculación de mafias policiales en la muerte del ganadero.
Dada la trascendencia de una maniobra de este tipo en un país todavía aislado internacionalmente por similar actuación contra la democracia, el Frente anunció que pondrá en conocimiento de las instancias regionales la nueva embestida de la ultraderecha.
Tomado: Prensa Latina