El enfrentamiento que se está viviendo en la República Democrática del Congo se ha llevado más vidas que el holocausto de la segunda guerra mundial. Las mujeres y los niños son usados como armas de guerra, hay un abuso reiterado de los derechos humanos. Pero las potencias miran hacía otro lado sabiendo lo que ocurre. Quizás tiene razón Guillaume Long: al no ser un territorio de criadero de grupos terroristas que hagan temblar las metropolis occidentales, ni poseer armas nucleares, parecen no merecer nuestra atención. Mientras tanto, seguimos alimentando una de las bases del conflicto a base del consumo de la nueva electronica.
Contexto y situación
Para conseguir poner en situación la actual crisis que existe, se debe retroceder hasta el genocidio de Ruanda de 1994. Por aquél entonces no se trataba de RDC, sino del Zaire gobernado por el dictador Mobutu favorable al genocidio. Este, acogió los autores del genocidio que huyeron de Ruanda. Lo que provocó la entrada del ejército ruandés que venía con sed de venganza, en territorio congoleño. Pero con la llegada de Joseph Kabila al gobierno de la, ya entonces, RDC, llegó también las intenciones de expulsar las tropas ruandesas y ugandesas del país.
Según Amnistía Internacional, el gobierno no ha logrado establecer su autoridad en su país debido a su gran extensión (parecida a Europa occidental). Lo que ha causado la profileración de multitud de grupos armados, ya sea locales o extranjeros, que luchan entre sí y contra el ejército, por el poder, la defensa de sus comunidades y el control de recursos naturales. Estos enfrentamientos han favorecido la continuos abusos generalizados de los derechos humanos. Usando la mujer y el niño como arma de guerra. Usando a los más vulnerables para conseguir lucrarse y alcanzar sus propios intereses.
Intereses internacionales
Las contradicciones morales internacionales son el alma de esta guerra. Todo el mundo lo condena, nadie está a favor del presidente de Ruanda (país que financia a grupos armados en Kivu del norte para beneficiarse economicamente), pero nadie hace nada. Se ha llegado hasta el punto de silenciar el conflicto. Muchos expertos dicen que se trata de la tercera guerra mundial. En el artículo de Guillaume Long, "El invisible Congo", hay una clarísima lucha por el control de las regiones más ricas en minerales como coltán, oro o casiterita. Long también afirma que la guerra se internacionalizó en el 2008 con la participación de tropas angoleñas y zimbauenses frente a los grupos apoyados por Ruanda y Uganda.
Los intereses económicos son más que evidentes y las relaciones entre los distintos países que están jugando a pisar al otro, también. Tony Busselen relata las claves para poder entender el conflicto, en su pieza: Congo ¿conflicto interno o intervención extranjera?, y lo hace recalcando tres puntos clave:
En la RDC hay un gobierno demasiado independiente. La cual cosa no gusta a occidente, ya que el territorio es demasiado importante como para dejar que el país se desarrolle fuera de su custodia. China es competencia; se ha firmado un contrato sobre el intercambio de infraestructuras de cobre y cobalto por un valor de 9000 millones de dólares.
El gobierno está revisando los términos de los 60 contratos mineros más importantes que hay en el país. Inaceptable para muchas de las multinacionales occidentales. De hecho, la administración se está enfrentando a la mayor multinacional activa en el sector del cobre; Freeport McMoran.
Así pues, se comprueba que a parte de toda la cuestión interna (étnica y de poder y control de los recursos), hay un entramado internacional que está detrás de todo esto. Por otra parte hay una participación hipócrita por parte de Ruanda. Mirando la ficha del ministerio de exteriores, se comprueba que en las relaciones exteriores de ámbito multilateral, es el 8º país del mundo contribuyente en operaciones de misiones de paz y que, asimismo, aboga por el reforzamiento de la MONUSCO (misión de la ONU en el RDC). ¿Quiere la paz pero financia a grupos armados?
El silencio mediático occidental
A causa de la rebelión del grupo armado M23 el pasado mes de noviembre, los medios convencionales parecían que al fin se propusieran enseñar al mundo las atrocidades que se están cometiendo y, así, poderlas denunciar. Y con las conferencias que la periodista congoleña, Caddy Adzuba, ha dado en España, se ha abierto, solo un poco, la ventana al mundo.
Lo que si que ha salido a la luz, gracias a las denuncias de misioneros y ONG, ha sido la explotación de mujeres y niños en las minas del Coltán. Con la ya famosa frase "para que nosotros usemos nuestro móbil hay gente que tiene que morir" tocaron la fibra a más de uno, pero no por mucho tiempo. Incluso Telefonica se "preocupó" oficialmente por si el subministro de los metales usados en la fabricación de sus artíulos de consumo estaba conttribuyendo con la contínua violación de los derechos humanos.
No es por falta de imágenes, ni por falta de testimonios, ni por falta de informes humanitarios. Entonces, ¿Por qué está silenciado?
Enlaces de interés