En Colombia existe espacio para la guerra, pero no ha existido para la paz, esas son las conclusiones que se pueden desprender de lo que ha sido la historia del conflicto armado, los colombianos han aprendido a vivir en medio de la guerra y la barbarie, el desprecio por la vida y la dignidad humana echó raíces.
El gobierno dejó claro que la locomotora de la guerra está encendida y para esto es necesario fortalecer las Fuerzas Armadas, con lo que ha planteado, se le han acertado golpes de gran valor a la insurgencia, lo que según terminará debilitando sus estructuras, llevándolas a la inexorable desaparición. Con este discurso se entiende que Santos no tiene intensión de abrir la puerta a una mesa de negociación sino que por el contrario echarle más carbón a la locomotora. Por ello, desprecia un eventual proceso de paz y advierte de manera categórica ¡desmovilícense o los matamos! Para esto, necesita hacer siempre un recuento pormenorizado de los jefes caídos, aquí es donde entran a jugar los medios.
Con este pronunciamiento el presidente deja claro varios factores: en primer lugar, que la pena de muerte aunque la constitución no la contemple se aplica; segundo, que la paz para los colombianos es sólo la capital de Bolivia y no existe en el vocabulario del gobierno; tercero, que descabezando comandantes guerrilleros soluciona los problemas; sociales, la reforma agraria, salud, educación entre otros.
Desconociendo por completo que las FARC tienen un estructura de mandos colegiados, que están en capacidad de reemplazar y continuar con los planes trazados, lo que supone la continuidad y no el fin. La estrategia del gobierno descansa sobre el supuesto de generar una crisis al interior de la organización que los obligue a su rendición sin condiciones.
El gobierno olvida que dentro de la concepción de la lucha armada, como medio de transformaciones sociales y políticas, siempre está presente el riesgo de muerte, las FARC han sabido incorporar está posibilidad. La otra opción que prevé Santos es la desmovilización de un gran número de guerrilleros de base, esta alternativa esta cada vez más lejana sí tenemos en cuenta que los factores que los llevaron a tomar las armas siguen vigentes; la falta de educación, empleo, la marginalidad social y la inexistencia de un núcleo familiar.
Por otro lado, la superación del conflicto armado no se puede fundar en la guerra de exterminio o la desmovilización con ello se estaría perpetuando el conflicto, siempre debe estar presente la negociación y el diálogo como componentes fundamentales. Hasta el momento los gobiernos se han ocupado en diseñar planes militares e invierten gran parte del presupuesto nacional, dejando de lado el diseño de políticas sociales, que son las permite la continuidad del conflicto.
Los enemigos de la paz
La ayuda militar que recibe Colombia de EEUU, ha permitido la intensificación del conflicto; las Fuerzas Armadas son las más grandes del Continente exceptuando EEUU, que poseen armamento y tecnología de punta, además, de un gran número de contratistas extranjeros que prestan sus servicios. De allí el gran despliegue de tropa, aviones y armas que se han utilizado para bombardear y aniquilar pequeños núcleos guerrilleros.
Sin duda, la superación del conflicto dejaría a los EEUU por fuera del gran negocio que le representa Colombia y la estrategia continental de mantener la amenaza latente en los países vecinos. Esta es la única ayuda que acepta el gobierno colombiano, para tratar temas de paz con los vecinos no existe espacio. Colombia es auto-suficiente en materia de paz, de ahí que Santos se ofreciera para mediar en el conflicto Palestino-Israel.
A propósito de la muerte del comandante Alfonso Cano
El pasado 4 de noviembre cayó en combates el máximo líder guerrillero, en un combate desigual que contó con más 20 aviones, helicópteros y el despliegue de tropa de más de 1000 hombres, persiguiendo a un solo hombre. Cano había mantenido la idea de un proceso de paz. Para el gobierno ha significado el principal golpe que se le ha dado a la insurgencia durante toda su existencia. Con ello, cerró la posibilidad de diálogo, y abrió la puerta de la guerra.
La insurgencia pierde a un indiscutible líder político, con capacidad de plantear transformaciones sociales, quien conocía y entendía como ningún otro al país, un interlocutor para hablar de paz, de políticas sociales y cambios estructurales en el modelo político. Cano estaba comprometido con su país y está lejos de verse como bandido, narcoterrorista e intransigente, ni siquiera se percibe como un hombre de armas[i], sino de ideas y compromisos históricos. Que son los que al final le dan un lugar en la historia, la que construyen los hombres con sueños y virtudes.
El gobierno con este hecho dejó claro como su antecesor que la paz, no es un tema que le preocupe, por el contrario le beneficia porque así puede continuar en el poder, justificar la falta de inversión social, la ayuda militar de EEUU y mantener al país sometido. Quienes hemos creído en la solución negociada del conflicto, nos sentimos profundamente tristes, por lo que significaba Cano para un proceso de paz, transformaciones sociales y el fin del conflicto armado.
Para Santos es más valioso montar un espectáculo sobre los cadáveres desconociendo todo respeto por la dignidad humana, contando con el apoyo de los medios (buitres de la guerra), ha transportado sus cuerpos hasta la capital exhibiéndolos como trofeos de guerra, despojándolos de toda condición y respeto. El adversario es un enemigo digno, o sino ¿cómo se explica el gasto en operaciones militares? o ¿el empleo de tantos hombres)