Un ataque aéreo estadounidense mal dirigido en el sur de Afganistán mató a un grupo de soldados afganos en vez de a combatientes talibanes en la provincia de Helmand, en el sur del país, confirmó ayer el portavoz de las tropas de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán, Bill Salvin.
“Podemos confirmar que efectivos de la seguridad local alineados con las fuerzas del Gobierno afgano murieron en un bombardeo en el distrito de Gereshk, en la provincia de Helmand, a última hora de la tarde”, indicó Salvin. “Hasta ahora tenemos información de nueve víctimas, pero la cifra podría subir”, agregó. El incidente se produjo durante una operación antiterrorista de las fuerzas afganas en la que las tropas internacionales proporcionaban apoyo, detalló la fuente.
Según un comunicado de prensa de los militares estadounidenses en
Afganistán, la Fuerza Aérea apoyó una operación de las fuerzas afganas en el distrito de Gereshk de la provincia de Helmand. “Atacamos una casa en la que, según creíamos, se encontraban fuerzas enemigas. Pero luego se descubrió que eran fuerzas de seguridad locales”, señaló Salvin, quien añadió que ya se inició una investigación.
El portavoz del gobernador de Helmand, Omar Zwak, detalló que el edificio bombardeado había sido capturado por las fuerzas de seguridad alrededor del mediodía, tras dos días de enfrentamientos con los talibanes. “Nuestras tropas capturaron este área apenas al mediodía y se afanaban en establecer puestos de control cuando tuvo lugar el bombardeo, que mató a varios policías e hirió a algunos otros”, afirmó Zwak.
Los insurgentes perpetraron el jueves en Gereshk tres atentados con coche bomba y lanzaron ataques coordinados contra las fuerzas afganas, pero fueron detenidos con apoyo aéreo de Estados Unidos y la llegada de refuerzos.
Según el portavoz del gobernador, en los últimos dos días 67 talibanes murieron y otros 80 resultaron heridos a causa de los combates en la zona, mientras que las tropas han recuperado el control de tres importantes áreas del distrito. Las fuerzas aliadas continúan en Afganistán con alrededor de 13.000 efectivos en tareas de asesoramiento y capacitación y Estados Unidos mantiene a cerca de 8.400, como parte de ese operativo de asistencia y en tareas antiterroristas.
La cifra de bombardeos estadounidenses en Afganistán creció considerablemente este año. Las cifras publicadas el martes sobre el primer semestre superaron ya a las de todo el año pasado. De acuerdo a esa información, hasta el 30 de junio se lanzaron 1.634 cohetes o bombas. En todo el 2016 fueron 1.337. Dado el avance de los talibanes y el agotamiento de las tropas terrestres afganas, los bombardeos son considerados el último medio para hacer retroceder a los talibanes.
A la vez se suman las víctimas civiles. La ONU informó a mediados de año que la cifra de civiles muertos o heridos por ataques aéreos aumentó un 43 por ciento en comparación al año anterior situándose en 232 muertos y heridos. Los ataques estadounidense fueron responsables del 37 por ciento de las víctimas y las fuerzas afganas, del 48 por ciento.
Estados Unidos, que se ha marcado como objetivo para 2017 derrotar completamente al Estados Islámico (EI) en Afganistán, estudia una nueva estrategia para sus fuerzas en el país asiático.
Desde el fin de la misión de combate de la OTAN en enero de 2015, los insurgentes han ganado terreno en diversas partes de Afganistán y en la actualidad controlan, tienen influencia o se disputan con el Gobierno al menos el 43 por ciento del territorio, según datos de Washington.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó el Pentágono el jueves para una reunión con el secretario de Defensa, Jim Mattis, y otros funcionarios de defensa. La reunión tuvo lugar a puertas cerradas, pero se esperaba que girara en torno al nivel de tropas en Afganistán, al igual que los esfuerzos para derrotar al grupo terrorista Estado Islámico.
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