Uno de los elementos
centrales de la política es la forma como se ejerce, no solo en el cumplimiento
de las promesas de campaña; en algún tiempo se creyó que los políticos deberían
ser ilustrados, ejemplo al interior de la sociedad, de buenas costumbres y con
sentido óptimo de la honestidad. Es decir, que no se apropiaran de forma premeditada
y en complot con otros, los dineros y los bienes del Estado. Pese a esto, los
políticos, durante toda la vida republicana y como herencia de la corona, se
han apropiado de los bienes del bien común, han hecho de la política el negocio
más lucrativo agrandando sus fortunas, con todo los beneficios que da manejar
las arcas del Estado, alcaldías, gobernaciones y lo que se desprende de estas
funciones.
Por otro lado, está
la forma como se accede al poder, en casi sino en todas las campañas, esta
viene a ser la culminación de un delito de grandes proporciones, caso como los
dineros de Odebrecht, son solo un tímido ejemplo, de lo que significa la
política, sin contar con temas como la parapolítica, el proselitismo armado,
compra y trasteo de votos. Sin olvidar, que el verdadero debate político de
ideas, propuestas, con discursos de nación, han sido reemplazados por la
mentira, la intriga, con una pobreza intelectual, pero con el apoyo de la
prensa que resalta el comportamiento de estos prohombres.
Pero que hace de
importante acceder a un cargo público, aparte de buscar el bienestar como sociedad
o país. Los beneficios que trae firmar contratos con multinacionales, vender
activos de la nación, pactar acuerdos con consorcios de todo tipo, firmar
contratos en desventaja con la nación pero con grandes beneficios para quien
realizó el negocio. En pocas palabras un político llega a ejercer su oficio con
un capital al finalizar su mandato sale con otros muy elevado, casos como este
existen muchos.
En este mismo
escenario, están los políticos que saltan de un lugar a otro con tal de buscar
socios, con los cuales hacer mejores negocios, por ello, no se distinguen si
ese político pertenece a los liberales o conservadores, los cuales vienen a ser
los mismos, con el mismo proyecto político, pactando acuerdos por debajo de la
mesa.
En este escenario se
encuentran Uribe-Santos políticos corruptos que han pertenecido a la misma
contienda electoral, que a veces plantean distancia entre sus proyectos
políticos, para crear en el imaginario que son contendores. Fue esta estrategia
la que esta dupla utilizó en el Acuerdo de Paz, por un lado Santos firmó un
acuerdo, que resultó ser la zancadilla a la insurgencia con la refrendación en
el plebiscito, lo desmanteló lo que podía ser un avance en política social.
Es decir, pasar de la
década de los 50 a los 60, este es el atraso en el que ha permanecido el país,
mientras en la región todos los países han avanzado, siendo capitalistas
neoliberales. El país continúa disputando el primer puesto a Haití y Angola en equidad, distribución del ingreso, pobreza
absoluta y muertes por desnutrición. Si bien, el acuerdo no venía a ser ese
gran tratado social entre pobres y ricos, podía lograr una inclusión para vastos
sectores olvidados y reprimidos por el Estado.
Pese a que la derecha
logró torcer y sigue torciendo el Acuerdo y con las decisiones de la Corte
desmantelar lo que queda, en otras palabras viene haciendo lo que un político
inescrupulosos dijo hacer trizas ese maldito papel. Llama la atención el
pronunciamiento del nobel de paz, sobre que no le gusto el Acuerdo, en momento de
agitación pre electoral.
Sin duda, Santos se está
desmarcando de los acuerdos, para desde allí iniciar a perfilar su candidato,
con ello seguir ralentizando la implementación, no solo en cumplimiento a las amnistías
para los insurgentes, quienes llevan más de 6 meses esperando que un juez firme
la salida. En este proceso, que es parte de lo acordado queda en evidencia, la
jugada sucia de la rama judicial frente a lo acordado y que es su función. Esto
sin contar el incumplimiento que el gobierno ha hecho en la adecuación de las
zonas veredales, con la presencia del Estado y la reincorporación de los
guerrilleros a la vida civil.
A mi juicio el
proceso de paz no se firmó para que le guste ni al gobierno ni a la
insurgencia, sino para transformar el Estado y la sociedad haciendo un país
incluyente con desarrollo y progreso para todos, a Santos no le gusto porque en
sus cálculos estadísticos estaba la derrota a la insurgencia, sin mediación
posible, negarle la participación política y que nunca se evidencie los crímenes
de la clase política ni de empresarios y multinacionales, beneficiados y
auspiciadores de la guerra.
Para Santos o
cualquier político un proceso de paz exitoso, es aquel donde se firmara un
pacto social parecido al Frente Nacional, donde solo una élite corrupta y
decadente pudiera dirigir los destinos del país, con la creación de un campo de
concentración para los insurgentes, donde el tiempo sea el encargado de
olvidarlos.
Finalmente mientras
en Colombia no se cambie la clase política seguirán existiendo conflictos
sociales con el agravante que se pueden convertir en armados.