En su vasto arsenal de agresiones contra Cuba el gobierno estadounidense incorporó la geopolítica de las vacunas, opinó el politólogo nicaragüense Manuel Espinoza, director del Centro Regional de Estudios Internacionales en un artículo que compartió con la agencia Prensa Latina.
Muchos gobiernos latinoamericanos y caribeños ahora más que nunca están obligados a actuar como vagones de tren alienados a la política estadounidense, o se quedarán sin crédito ni donaciones de las vacunas que tanto sus ciudadanos necesitan, concluyó Espinoza en el extenso análisis.
Y en consecuencia sus pronunciamientos de ataque contra el gobierno cubano no se hicieron esperar, apuntó.
La geopolítica de las vacunas genera una dinámica de lucha por parte de Estados Unidos con la finalidad de mantener el control y recuperar a cualquier costo los proyectos perdidos en ese campo, sostiene Espinoza.
El cientista social consideró que Cuba con su solidaridad, reconocida a nivel global, ha puesto a correr al aparato de política exterior norteamericano, al convertirse en el primer país de América Latina en desarrollar vacunas contra la COVID-19.
Estados Unidos teme un desborde de solidaridad continental (con Cuba), que les impida el multi-billonario lucro comercial a su industria farmacéutica y la desobediencia política en todo el hemisferio, apuntó el analista.
Espinoza recordó que Abdala, uno de los cinco candidatos vacunales de la industria farmacéutica de la isla antillana, muestra una eficacia de 92.28 por ciento y pronto podrá iniciar el proceso de certificación ante la Organización Mundial de la Salud.
Apuntó que no solo Latinoamérica tiene mucha expectativa con las vacunas cubanas, también África y hasta algunos países de Europa «urgen de la solidaridad cubana como en tiempos más críticos de la pandemia en 2020, cuando los países líderes de occidente le dieron la espalda al mundo entero».
Ante la inevitable producción de las vacunas cubanas, más la competencia con China y Rusia en ese mismo campo, la administración Biden distribuyó con premura por lo menos unos 20 millones de dosis producidas por laboratorios estadunidenses (Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson) a nivel mundial y pronto elevará esa cantidad hasta 80 millones, advirtió.
En tal sentido, anotó que diariamente el secretario de Estado, Antony Blinken, y Julie Chung, subsecretaria de esa cartera para el hemisferio occidental, 'se matan' por twittear cada envío de vacunas.
«Prácticamente los altos funcionarios de la Casa Blanca, desde Blinken hasta los embajadores y agregados comerciales, políticos, culturales y militares están enfocados a la promoción de sus vacunas en los países de acreditación», agregó
De tal forma, no solo sirven a los intereses nacionales de la potencia norteña, sino a los de su industria farmacéutica, uno de los componentes principales del «Estado Profundo», escribió el analista nicaragüense.
Tomado: Granma