viernes, 3 de agosto de 2012

¿Más represas en el Huila?


Una noticia de la semana pasada, conocida porque la diputada Sandra Hernández elevó su valerosa voz de protesta, daba cuenta de que una comisión de la compañía Hydrochina, contratada o con el aval de Cormagdalena, está realizando estudios en la cuenca alta del río Magdalena, probablemente para contemplar la posibilidad de construir otros embalses o sistemas, para la generación de energía eléctrica, utilizando el río como fuente primaria.
La pregunta a hacernos es: ¿el Huila resiste más inundación de terrenos fértiles, especialmente las vegas de los ríos, a cambio de generación de energía para quiénes? Porque en Betania perdimos 3.000 hectáreas de tierras de primera calidad, al igual que estamos perdiendo un poco más de esa cantidad en El Quimbo. Las sustituciones ofrecidas en la primera no pasaron de ser promesas. Así, municipios como Yaguará, antaño un centro de riqueza agrícola y pecuaria, que acumulaba volúmenes importantes de capital y generaba cantidades apreciables de empleos permanentes, es hoy una pobre población de pescadores desarraigados de la tierra, que sobreagua porque en su entorno aparecieron unos pozos petroleros. Igual situación vemos venir para municipios como Gigante, Agrado y Garzón.
Mientras no se evalúe el impacto socioeconómico y ambiental de Betania y El Quimbo, mediante un estudio realizado por un centro de investigación de reconocida solvencia científica, que nos permita identificar si la región obtiene algún beneficio cierto de este tipo de proyectos, no se puede irresponsablemente hablar siquiera de otros embalses. La gobernación y la nación están en la obligación de pagar esta deuda con el Huila, empezando por el estudio propuesto. En un mundo donde el agua dulce se vuelve un recurso cada vez más escaso, cuando el uso para consumo humano y para la producción de alimentos es el prioritario, sin desconocer la importancia de la generación de energía, es vital que la región haga su plan de seguridad alimentaria, que se torna urgente y de la mayor importancia, en momentos en que el cambio climático hace estragos en todas las latitudes de la Tierra.
De otra parte, hay que hacer un reconocimiento al valor de la diputada Sandra Hernández, que soportó el “tono amenazante” del coronel de la policía por hacer la denuncia de la realización de estos estudios, que las autoridades regionales desconocían. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar el comportamiento de ejércitos de ocupación que todavía asumen algunos oficiales de nuestras fuerzas militares y de policía, que parecen más agentes de gobiernos extranjeros que nacionales colombianos? Es hora de reorientar la educación de nuestras fuerzas armadas en el espíritu nacionalista orgulloso de su terruño, de sus valores, de su cultura y celosos guardianes de sus riquezas, empezando por la fuerza de trabajo de nuestro pueblo y de las riquezas naturales de Colombia.
Por: Carlos Tobar
Tomado: Agencia Prensa Rural