Colombia vive hoy un clima de elevada tensión, luego que en las últimas horas una serie de atentados dinamiteros contra estaciones policiales ocasionaran una veintena de muertos y un centenar de heridos.
Los hechos ocurren en medio de un proceso para la liberación unilateral de al menos seis prisioneros en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y cuando se intenta acercar a las partes en conflicto a través de un eventual diálogo.
A ese grupo guerrillero las autoridades atribuyeron los ataques, con lo cual se ha generado una creciente ola de rechazo dentro y fuera del país, pese que hasta ahora las FARC se han abstenido de confirmar o refutar la alegación.
Fuentes consultadas por Prensa Latina -que prefirieron el anonimato- señalaron que resulta raro que esta serie de ataques emerja justo cuando determinados grupos de la sociedad civil dirigen sus esfuerzos para hallar una salida negociada al conflicto.
Primero se atribuyó uno de los ataques a una supuesta alianza entre guerrilleros y criminales, vinculados al narcotráfico y después solo a la insurgencia, dijo una de las fuentes.
Al mismo tiempo, agregó, esto ocurre cuando se están realizando esfuerzos para la liberación unilateral de los todos los prisioneros en poder de la guerrilla, como un gesto de paz y disposición al diálogo.
Otras de las fuentes consultadas señaló que resulta incomprensible que por un lado se hable de paz y por el otro arrecien los ataques de parte y parte, aunque -puntualizó- en la dinámica de la guerra interna todo es posible.
En apenas dos días dos estaciones de policía fueron atacadas con explosivos con modus operandi similares.
El caso más reciente tuvo lugar ayer en el municipio de Villa Rica, departamento de Cauca, con un saldo hasta el momento de seis muertos y 42 heridos, acorde con la información suministrada por el comandante de la Policía de esa región, coronel Ricardo Augusto Alarcón.
Ese hecho estuvo precedido por un atentado similar el día anterior en la localidad de Tumaco, departamento fronterizo de Nariño, que ocasionó 11 víctimas fatales y más de 60 lesionados.
Lo cierto es que con la reciente ola de atentados la brecha de la desconfianza se acrecienta entre los bandos, y las imputaciones contribuyen a exacerbar los ánimos, en momentos que la sociedad y la comunidad internacional claman por la paz.
El Gobierno ya anunció que arreciará su ofensiva contra la insurgencia en una guerra sin cuartel y en varias zonas del país comienza a incrementarse el pie de fuerza con los más sofisticados aparatos de inteligencia y muerte.
Tomado: Prensa Rural