domingo, 4 de marzo de 2012

La Paz: entre aliados y enemigos


Luego que se conociera el comunicado de las FARC, donde se comprometían en la entrega de los 10 militares en su poder y anunciar públicamente que le ponían fin al secuestro de civiles como parte de financiación y reiterar la necesidad de un dialogo que permita el fin del conflicto armado. Surgieron las primeras voces de rechazo exigiendo el cese total de las acciones del movimiento insurgente, sin ir más allá. Empeñadas en una rendición sin negociación y a la espera que las acciones del ejército lleven a un debilitamiento y por ende a la derrota.

El gobierno interpreta esta declaración como una derrota por la cual los insurgentes estarían buscando una salida, por ello le apuesta a intensificar el conflicto ajustando planes militares, tecnología y dotar con mejor armamento a las Fuerzas Armadas. Para no entrar a negociar, lo que le traería beneficios no solo a él sino a la burguesía que representa. Sin embargo, esta idea es equivocada teniendo en cuenta que hasta el momento y a pesar de los golpes recibidos las FARC, no han mostrado debilidad en el plano militar ni político. Lo que permite prever que si las condiciones para iniciar unos diálogos no se concretan el conflicto seguirá como hasta ahora. A la espera que surjan nuevas coyunturas, entendiendo que la guerra es cambiante.

Por otro lado, ni siquiera se discute el tema frente a una eventual mesa de negociación, lo que permite pensar, que el gobierno no tiene una agenda, para siquiera iniciarlo. Argumentando falta de credibilidad, lo mismo puede ocurrir por parte de las FARC, pues, el gobierno ha incumplido en los anteriores procesos de paz, como lo ocurrido con la Unión Patriótica y el más reciente del Caguán, el gobierno estaba convencido en la derrota militar por ello busco la ayuda norteamericana, lo que definió el fin de los diálogos.

Sin olvidar los intereses de amplios sectores poderosos (terratenientes, empresarios, políticos, multinacionales, paramilitares) apostándole a la continuidad del conflicto, incluyendo al ejército, burocratizado y engrandecido. El Estado debe reconocer sus errores y sobre esta base construir caminos, sin tratar de minimizar al adversario, proponiendo inamovibles con el fin perseguir la guerra como fin único.

Hoy se hace imperativo terminar el conflicto, no por la vía armada porque ello no garantiza el fin definitivo, sino por medio del dialogo y las transformaciones sociales que implica, es un proceso que no se puede dar de la noche a la mañana, pero que a largo plazo puede llevar al fin definitivo del conflicto armado. El gobierno tiene en su poder la decisión, que se puede iniciar con un cese confrontaciones, antes que intensificarlas y estudiar medidas de tratamiento digno para los presos políticos. Con ello se estarían dando un paso importante. No podemos olvidar que a la paz hay que apostarle todas las veces que sea posible, la guerra no deja sino muerte y destrucción. 
Por: Aurora Moreno Historiadora