El FBI utiliza desde hace más de un año un sistema secreto de puntuación, basado en un cuestionario, para evaluar la propensión de las personas a cometer un ataque terrorista. El cuestionario en sí consta de 48 preguntas que los agentes deben responder sobre los sospechosos a los que investigan, y también incluye un apartado de “preguntas frecuentes”, sobre el uso de este documento, dirigido a los propios agentes que trabajen en casos de contraterrorismo.
La publicación electrónica The Intercept es quien ha tenido acceso a ese cuestionario, que plantea las preguntas agrupadas en seis bloques temáticos: antecedentes (‘background’); ideología; investigación y plan; entorno social; entrenamiento y preparación; y viajes. La encuesta, en teoría, es universal en cuanto a sus pretensiones de aplicación, pero lo cierto es que contiene muchas referencias al yihadismo y la impresión general que se desprende de su lectura es que está especialmente diseñada para la detección del terrorismo islámico fundamentalmente.
Conseguir “resultados relevantes”
Algunas de las preguntas tienen un carácter bastante obvio y su relación con la posibilidad de cometer actos terroristas resulta clara a primera vista (“¿Posee el sujeto acceso inmediato a armas?” o “¿Ha expresado el sujeto su deseo de cometer actos violentos yihadistas o de convertirse en mártir?”) mientras otras presentan una relación más indirecta o aparentemente especulativa: “¿Ha sufrido el sujeto alguna humillación o perdida personal reciente, ya sea real o imaginada (por ejemplo: muerte, ruptura, divorcio, pérdida de empleo, o algún perjuicio para su estatus o autoimagen)?” o “¿Ha habido cambios significativos en el comportamiento del sujeto durante la investigación (por ejemplo, antes bebía y ahora no, antes tomaba drogas y ahora no, antes practicaba alguna religión y ahora no, etc.)?”. En el propio texto introductorio del cuestionario se explica que inicialmente constaba de 100 preguntas, pero que se ha reducido a 48 “para producir resultados más relevantes”.
Los resultados del informe, es decir, la puntuación de peligrosidad asignada a cada sospechoso, se obtienen tras un procesamiento estadístico de los datos (del que no han trascendido detalles) pero en el propio documento se insiste en el carácter no determinante del resultado, es decir, que ni siquiera las puntuaciones más altas significan necesariamente que el sujeto vaya a cometer un atentado.
El sistema de puntuación es un producto de la Americas Fusion Cell, que forma parte parte de la división de anti-terrorismo en la sede del FBI. El algoritmo parece haber surgido de un esfuerzo analítico para ayudar a los agentes en su trabajo sobre los casos de los que se ocupan, concretamente para proporcionarles una herramienta que permita esclarecer los parámetros sobre la radicalización de los sospechosos.
No es la primera vez que The Intercept revela documentos que retratan los métodos utilizados por el FBI. Reciéntemente, tal como informábamos en RT, publicaron una serie de trabajos, firmados por la reportera Cora Currier, que mostraban documentos como la ‘Guía para Investigaciones y Operaciones Nacionales‘, o la ‘Guía confidencial sobre la política de recursos humanos‘, que especifica el proceso de reclutamiento de informantes y el trato que se les da.
Tomado: matrizur.org