El Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció un aumento histórico del 10 por ciento en el gasto militar, equivalente a 54.000 millones de dólares, lo que supone el eje central de la ley de presupuesto para 2018.
Los fondos provendrán de un recorte drástico en otros sectores como el del medio ambiente, de la Agencia de Protección del Desarrollo (EPA), o de la ayuda al exterior, administrado por el Departamento del Estado.
El gobierno trabaja en definir el proyecto y cuyas líneas guías serán ilustradas en las próximas horas por el propio presidente durante su primera aparición ante el Congreso en sesión plenaria.
“Será un presupuesto que respeta mi promesa de proteger a los estadounidenses”, aseguró el magnate.
Lo que será presentado el próximo 13 de marzo es la ley de presupuesto “para la defensa y la seguridad”, explicó Trump en vísperas de la cita en Capitol Hill, que el presidente quiere aprovechar para acreditarse como “un hombre de acción”, listo a mantener todos los compromisos asumidos en campaña electoral.
A partir de resucitar los faustos de la potencia militar norteamericana, relanzando de hecho una carrera a los armamentos, y de “restablecer orden y legalidad combatiendo a los enemigos de Estados Unidos fuera y dentro de las fronteras nacionales”.
Así el miércoles -afirman en la Casa Blanca- debería ser el día de la esperadísima y muy temida “prohibición bis”, el nuevo decreto para prohibir el ingreso en este país de los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana (Siria, Irak, Irán, Libia, Somalia, Yemen, Sudán). Mientras en el despacho del Salón Oval estaría definido -según trascendidos en la prensa- el borrador del plan contra el Estado Islámico puesto a punto por el jefe del Pentágono, James Mattis, y el jefe de las fuerzas armadas, Joseph Dunford. En su interior hay una serie de “opciones preliminares” que podrían llevar a una escalada de la presencia militar de Estados Unidos en Irak y Siria, como el envío de soldados regulares al frente. Pero por ahora no trascienden los detalles.
En síntesis, para Trump es tal vez la semana más crucial desde que asumió en la Casa Blanca.
Y el esperado discurso a la nación desde el aula de la Cámara de Representantes es visto por el magnate como la oportunidad de poner las cosas en claro luego de un mes de gestión caótica del poder que dejó su popularidad, ya en mínimos históricos, por el suelo.
Tomado: LibreRed | Ansa