“Hay violación de Derechos Humanos, todos los días, esto no es algo que parece, es algo que es, que sucede. Por eso necesitamos de la colaboración internacional, necesitamos que haya declaraciones contundentes sobre lo que está pasando en nuestro país con este virtual estado de sitio”, dice Constanza Schonhaut, colaboradora del Instituto Nacional de Derechos Humanos (Indh), con angustia evidente después constatar, en una recorrida nocturna por comisarías y comunas, la reiteración de delitos cometidos por el Estado a través de sus fuerzas armadas y de seguridad. Aunque “delitos” es una palabra que se queda corta en un territorio que tiene en su memoria las heridas del Terrorismo de Estado. “El presidente pretende tratar esto como si fuera una catástrofe natural, como si se tratara del rescate de los 33 mineros -metáfora que usó el presidente chileno Sebastián Piñera en la presentación de las medidas de emergencia el martes por la noche-, pero aquí lo que hay es un estallido social, una protesta transversal y masiva y se responde con militares apuntando al pueblo”.
Michel Bachellet, ex presidenta y actual Alta Comisionada por los Derechos Humanos de la ONU, aseguró hoy que enviará una misión “de verificación” de las denuncias. Fue un pedido de Piñera, seguramente desesperado por defender su idea de Chile como un “oasis” latinoamericano donde dos reuniones cumbres deberían tener lugar en noviembre y diciembre. La primera sería la Apec -foro comercial de Asía-Pacífico-, donde los jefes de Estado de China y Estados Unidos se reunirían; la segunda es la Cop 25 sobre cambio climático en un país con “zonas de sacrificio” en las que empresas altamente contaminantes se instalan en territorios de alta vulnerabilidad social. Bachellet, sin embargo, no anunció su visita en primera persona. Habló en cambio de “encontrar soluciones para abordar agravios” y urjió “a los que planean participar en las protestas a hacerlo pacíficamente”.
Detenciones arbitrarias, niños y niñas menores de 16 en celdas sin agua ni comida ni acceso a hablar con sus familias, desnudez forzada en las detenciones y otras formas más graves de violencia sexual -ya hay ocho querellas oficiales pero muchas más que no pudieron llegar a esa instancia por temor de las denunciantes a represalias-, torturas, exceso en el uso de violencia; muertes y desapariciones. La situación es gravísima y aun cuando las calles siguen tomadas y la vida cotidiana se interrumpa como desde hace una semana al mediodía para ponerle el cuerpo a una lista completamente transversal de demandas que tienen una primera puerta hacia la salida de la crisis en el cese de la represión, la vuelta a los cuarteles de los militares y una asamblea constituyente que derogue la constitución que rige ahora y que se redactó en plena dictadura militar, la vida institucional sigue generando imágenes de profundo desprecio a los Derechos Humanos.
El papelón que protagonizaron en la Cámara Baja las diputadas Camila Flores y Paulina Nuñez cuando rompieron delante del hemiciclo lleno los carteles que sostenía, junto con otras, la legisladora Pamela Jiles con las cifras de muertes, desapariciones y detenciones el mismo día en que los disparos de gases y perdigones se escuchaban en todo el centro de la ciudad de Santiago fue la primera muestra de la indiferencia de la derecha oficialista que hoy, en la voz del canciller Teodoro Ribera, aseguró que no hay ninguna razón para no realizar las cumbres del Asia-Pacífico (Apec) y la del clima (COP 25) en noviembre de este año. Antes, en apenas 15 días, tendrá lugar aquí la Conferencia Regional de Derechos de las Mujeres ¿se discutirá entonces la violencia sexual en el marco de la represión que no cesa? Violación con el caño de un arma larga, esa es la descripción del acto que demanda una de las querellas presentadas por Indh.
Cuatro detenidos “crucificados” sobre la antena de la comisaría de Peñalolén, atados de las muñecas con esposas que les cortaban la circulación; aunque los detalles, claramente sobran cuando la crueldad es tan manifiesta. La denuncia fue hecha el jueves a la madrugada cuando en sus recorridas el Indh descubrió esa brutalidad. Hasta ahora, por este hecho, se consiguió la prohibición de acercamiento de los carabineros a los detenidos y se presentó un recurso de amparo. Uno de los tantos que se expusieron en el Senado, donde tanto el jefe de Carabineros, Mario Rozas, como el director de INDH cruzaron palabras. Rozas asegurando que iniciará sumarios por excesos, Sergio Micco exponiendo datos: 1512 detenciones en las regiones, 898 en la región metropolitana, 535 herides -210 con heridas de bala-, 10 amparos, 55 querellas, 5 más por homicidio y 8 por violencia sexual.
En la puerta del Colegio Médico, una decena de estudiantes secundaries estiran su paciencia como un chicle mientras esperan que se constaten las lesiones recibidas. La peor parte la lleva Valentina Miranda, 19, en el último año de Liceo que cursa en el Tereza Prats, el número 7, una escuela pública de esas que nunca aseguran el ingreso a las mejores universidades pero sí altos montos de endeudamiento con el Crédito con Aval Estatal. Ella es dirigente de la Comisión Nacional de Estudiantes Secundarios y militante del Partido Comunista. Moretones, quemaduras de gases, un perdigón en la oreja que le provocó una infección y marcas de las manos de los “pacos” que la detuvieron ilegalmente dentro del edificio donde vive su compañero, Pablo Ferrada. Apenas sale del lugar, después de tres horas de revisiones, se va a la calle a seguir agitando rebelión. “Es que estamos felices de que por fin se hayan despertado les indiferentes, felices todes acá”, dice señalando a sus amigues.
45 personas perdieron la vista en la última semana por disparos de perdigones. Esto que Piñera llamó guerra tiene caídos de un sólo lado. Y no, no es una guerra. “¿Podremos hablar de dictaduras del siglo XXI, igual que se habla de izquierdas del siglo XXI?” Se pregunta Schonhaut. “Creo que hay que analizarlo, porque lo que vemos es el Terrorismo de Estado en acción, ojos perdidos, lesiones de por vida, torturas... y todo lo que no sabemos porque pasa en la noche, en las comunas vulnerables, en las regiones que no cubrimos. Hay un presidente a la cabeza, sí, pero enviando al ejercito contra la protesta”.
Bélgica Brione es feminista, militante territorial, parte de la articulación Asambleas Feministas de la Zona Oriente (ABZO), en la mañana del jueves las comunas de Florida, Peñalolés, Macul, Villa FREi, Ñuñoa se reunieron a poner en común la organización de estos días. Las “Ollas comunes” se replican en las poblaciones y torno a ellas también las preguntas sobre cómo alentar autocuidados feministas y también antiracistas y anticolonialistas. “Porque las mapuche saben de lo que vivimos ahora, para ellas la persecusión es constante. Y cuando esto se agrava acá, peor es en los territorios”, dice Bélgica. A su lado, otra compañera repone la preocupación sobre el cuidado de niñes. “Ayer decidí que era hora de ver películas y comer rico. Porque escucharon relatos de tortura y violencia sexual, cosas que pasaban junto a elles que tienen 8 y 12; claramente les afecta y necesitan descanso”.
El jueves la intensidad de la movilización callejera fue menor que la del día anterior, pero las cacerolas no dejan de sonar. De frente a dónde se escriben estas líneas, como en una postal de lo que es el ritmo de Santiago desde hace una semana, las multitudes pasan con sus banderas y carteles mientras hay quienes toman cerveza como parte del estado de excepción en bares con las persianas bajas. Cada tanto impacta una piedra sobre el edificio de la Cámara de Comercio y otros grupos vienen a frenar ese impulso. La rabia no cesa, el deseo de que se transforme todo tampoco. Chile sigue ardiendo.
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