El pasado 26 de
septiembre tuvo lugar la firma de la paz
entre el gobierno y las FARC, la ceremonia como era de esperarse para la élite
criolla tuvo lugar en la ciudad de Cartagena, lugar de los grandes acontecimientos
internacionales y sitio elegido para coronar reinas.
En la fastuosa
ceremonia no hubo lugar para la improvisación, todo estaba milimétricamente organizado,
hasta el tiempo en el que se leían los discursos. Por ello, llama la atención
el despliegue de fuerza que hizo la fuerza aérea al sobre volar el Kfir justo
antes de terminar su discurso el líder guerrillero, la gran prensa minimizo el
hecho, atinando a mencionar el susto que debieron sentir los guerrilleros en
cabeza de su comandante.
Pero resulta que el
hecho no puede pasar desapercibido en primer lugar; el país se dispone a darle
fin a una guerra de más de medio siglo, momento en el cual las demostraciones
de fuerza, solo dejan en evidencia que Colombia tiene una gran capacidad
militar, por lo que los países vecinos pueden pensar, no solo que no se le está
dando salida a un conflicto, sino que puede ser una demostración de fuerza
hacia los vecinos. Por otro lado, si buscaba solo ridiculizar a la insurgencia,
por el temor que puede causar el descargue de bombas, en la ceremonia no se vio
a nadie correr a refugiarse debajo de las sillas, ni romper los protocolos.
Si fue una decisión que
tomó la cúpula militar, se entiende que sus objetivos seguirán siendo la
guerra, a pesar, de estar participando de los diálogos durante un largo
periodo. Sin duda un frente menos de batalla dejara a muchos fuera de lo que implica
la excusa de la guerra y los beneficios que trae, ya sabemos, como lo dijo
alguna congresista el ejército es una “fuerza letal que entra a matar” por
suerte, esta vez fue solo una maniobra militar que no implicó la muerte de
nadie, pues ahí entre los invitados el secretario de la ONU y un nutrido número
de presidentes de la región.
Entendiendo que en política
y menos en una ceremonia como estas nada es fuera del libreto cuesta creer que
fue una salida en falso de los militares sin que Santos lo supiera, o sino como
se explica los ensayos que se estaban realizando el día anterior. Como buen
jugador de póker le prende una vela a dios y otra al diablo, algo debe
resultar, aquí no sabemos si sus lágrimas fueron de la risa que le causo el
susto a Timochenko, las mismas que le cayeron cuando mando matar a sangre fría
al líder insurgente Alfonso Cano. O eran parte del show.
Lo mismo ocurre con la
refrendación de los acuerdos, por un lado le hace campaña al SI porque es su
obligación y su proyecto político, lo único que ha hecho durante estos 6 largos
años en la presidencia, todos los otros temas están aplazados. Y por el otro
tiene un vice-presidente, que ha entrado a cuestionar los acuerdos a darles
interpretación, lo que supone que esta con el NO, aunque se le haya visto en
alguna campaña, lo hace para no quedar mal con su jefe.
Por ello, no es incoherente
pensar que Santos le apuesta a las dos alternativas, la élite como ha quedado
demostrado en la campaña por el NO, no es que este loca, sino temerosa que
otros con discursos y cambios sociales las bajen del pedestal que parece haber
recibido por designio divino.