Durante décadas los
gobiernos nacionales argumentaron que la permanencia del conflicto armado se
explicaba por la intransigencia de la guerrilla y la falta de seriedad frente a
unos diálogos de paz. Pese a esto, el gobierno de Betarcour (1982-1986) instaló
una mesa que tuvo un cese al fuego y dio como resultado el surgimiento del partido
político Unión Patriótica.
Contrario a estos
acuerdos, el gobierno nacional no tenía la decisión expresa de incorporar a la
insurgencia al ordenamiento político, abriendo espacios de participación en la
toma de decisiones públicas y concluir de forma definitiva con el perverso
Frente Nacional. Por otro lado, emergía una élite empresarial ligada a la
producción de cultivos ilícitos, quienes venían ganando terreno en todas las
esferas del Estado. Es decir, estos nuevos empresarios lograron permear las
instituciones, lo que hizo imposible, que el Estado legislara en contra de los “nuevos
ricos”.
Por lo que al Estado le
convenía incentivar la guerra contra la insurgencia y dar por concluido un
proceso de paz. Pese a esto, los diálogos de paz no solo encontraron las
dificultades propias de una negociación entre opuestos, sino que para este
momento las Fuerzas Armadas venían actuando como otra fuerza política en
oposición a los Acuerdo de la Uribe, razones que llevaron a que estos rompieran
el cese al fuego e iniciaran combates.
Para este momento y
explicado por la poca decisión del Estado de darle fin al conflicto, se habían
fortalecidos las élites políticas junto con las alianzas siniestras de
paramilitares, vale decir, que estos operaban desde la década de los años 50,
se habían fortalecido con la producción y comercialización de cultivos ilícitos,
la extensión del latifundio, con el desplazamiento de poblaciones enteras. Esto
dio como resultado una de las peores crisis humanitarias.
La década de los
noventa marca un nuevo comienzo, no solo para los diálogos de paz sino para las
confrontaciones armadas, las guerrillas, el Estado junto a los paramilitares
dan por finalizada una etapa de confrontaciones y se preparan avanzar hacia la
derrota de su oponente. El Estado inicia un proceso de profesionalización con tecnología
de punta traída desde EEUU e Israel, así mismo dándole mayor apoyo y
entrenamiento a los paramilitares, con el fin de que estos le hicieran el
trabajo sucio al Estado, este no podía justificar las masacres de poblaciones
enteras le dejaba todo a estos grupos, que actuaban justificando la presencia
de la guerrilla.
La guerrilla a su vez,
se había fortalecido y entró a desafiar al Estado en su ordenamiento. Este momento
los gobiernos de turno argumentaban que la derrota de la insurgencia sería en
un corto periodo 16 meses y el país volvería a tomar el orden interno, fue
cuando el gobierno de Gaviria (1990-1994) argumento que las FARC eran unos “perros
rabiosos” cuesta creer que alguien que plantea este argumento este a favor del
plebiscito.
Con este panorama fueron
pasando los gobiernos quienes no tenían intensiones de dialogo con la
guerrilla, sus programas de gobiernos se enfocaban hacia la consolidación del
modelo neoliberal, que a darle salida a las problemáticas internas, llevando al
país a una crisis de legitimidad, donde el Estado desbordo sus funciones y la
fuerza pública se constituyó como una fuerza aparte, que no configura un golpe
de Estado porque estos no se tomaron el poder, pero si adquirieron niveles de
dictadura y de ser una rueda suelta al interior del Estado. Bajo esta lógica es
que se explica los mal llamados falsos positivos.
Al empezar un nuevo
gobierno Andres Pastrana (1998-2002), este inicia unos nuevos diálogos de paz,
con el despeje de una parte del territorio nacional conocido como el Caguan, diálogos
que fueron rotos por el gobierno argumentando el incumplimiento de la
insurgencia y la falta de seriedad.
Pero que escondían de
fondo la firma del Plan Colombia, con lo que el conflicto armado interno se
convertía en un conflicto internacional, esto explicado, no porque algún país
vecino le hubiera declarado la guerra a Colombia, sino por la forma como el
país se preparaba para iniciar una guerra interna con ribetes internacionales. Es
decir, fue el Estado el que declaró una guerra en su territorio y a sus
nacionales. Con el mismo argumento la falta de cumplimiento de la insurgencia y
que estos no querían la paz.
Fue así como algunos
analistas definieron el “síndrome del Caguan”, para argumentar un desgaste por
parte del Estado frente a la intransigencia de la insurgencia y la poca
credibilidad y aceptación al interior de la sociedad. Para que el gobierno
pudiera posesionar sus argumentos pagaba a todas las firmas encuestadoras sobre
la aceptación de las FARC, donde estas siempre tenían un muy bajo puntaje, no
contaban con el respaldo de la sociedad.
Hoy dejando atrás una
cruenta guerra de los últimos años y luego de 4 años de diálogos de paz en La
Habana, de haberle otorgado poder de decisión a la ciudadanía en las urnas y de
estas no estar acorde con el momento histórico, la guerrilla de las FARC se
disponen como hace más o menos 52 a marchar, en las Columnas en Marcha
comandadas por Marulanda, a marchar esta vez no para combatir con armas sino
con ideas comandas por Timochenko.
Pese a lo acordado en La
Habana la insurgencia ha encontrado obstáculos, no solo para su movilización
hacia los nuevos campamentos ZVTN, esto por el incumplimiento del gobierno,
quien debería tener listas estas zonas a partir del 2 de octubre fecha en la
cual los colombianos votaron el plebiscito. Esto hecho contrasta con el ánimo
de los guerrilleros quienes esperan entrar a ser parte del Estado con derechos
y deberes.
Si bien, la insurgencia
ha dado muestras de confiar en el Estado y en el gobierno al aceptar iniciar
unos diálogos a pesar de que Santos actuó de forma a leve y premeditada cuando
ordeno la muerte del comandante Alfonso Cano, impulsor y convencido de solución
política. A este hecho se le suma la mentira sobre los buenos oficios ante el
gobierno gringo para la entrega del guerrillero Simón Trinidad. Por lo que se
puede entender que el gobierno no tiene la intención de darle salida definitiva
al conflicto.
La demora en la
adecuación de las ZVTN, puede significar que los guerrilleros encuentren que a
pesar, de la firma de los acuerdos el Estado continúa igual o peor al momento
que decidieron la lucha armada, lo que puede significar que algunos den un paso
atrás. Pues, esto es lo que van a encontrar del Estado. Aquí surge la pregunta
será que Colombia está preparada para la paz, o la guerra solo fue la excusa
para mantener empobrecido el país frente a una élites ineptas, ignorantes y
delincuentes que se resisten a dejar el botín que representa el Estado.
Finalmente a la
insurgencia les digo que bienvenidas a la lucha política, el camino no es fácil
y tendrán la dura tarea de superar a Marulanda en esos más de 60 años de
construir una guerrilla, ahora convertida en partido político. Según Timochenko
este camino empieza con un gobierno de transición, que no es otro que el fin
del Frente Nacional y la construcción de lo que realmente represente un partido
político.