Hablar hoy de migrantes significa hablar de un fenómeno inmenso, de millones de personas que se desplazan a otros países escapando de las desgracias. La ONU habla de unos 258 millones de personas que dejaron su lugar de origen en 2017. Hasta el 22 de agosto de 2018, la OIM (Organización Internacional para Migraciones de la ONU) registró la llegada a Europa por el Mediterráneo de 65.576 migrantes (1546 murieron en el mar), y la mayor parte de ellos fueron a parar a España. Los motivos de la migración son siempre guerras, persecuciones políticas, religiosas, hambre generado por los conflictos o por las sequías y otros desastres naturales. Y la solución al problema, según los expertos, difícilmente podrá ser dada por un sólo país o por un sólo continente.
Ciertos gobiernos europeos (Austria, Hungría, etc) sin embargo, creen que basta protegerse a sí mismos y han empezado una “guerra” anti-inmigrantes como si éstos fueran la causa de todos sus males. Italia comenzó esta suerte de “guerra” con la llegada al gobierno, en marzo pasado, de la derechista Liga, liderada por el actual ministro del Interior, Matteo Salvini, y el Movimiento Cinco Estrellas.
Por el contrario de lo que estos gobiernos hacen, hay personas que se han organizado para asistir y ayudar, aquí y ahora, a los migrantes que llegan, no importa el color de su piel, ni el país del que vengan, ni las razones por las que escapan, ni si tienen documentos o no. Es el caso de MEDU, Médicos por los Derechos Humanos, una organización no gubernamental formada por médicos, enfermeras, psicólogos, personal sanitario en general y un centenar de voluntarios, nacida en Italia en 2004 pero inspirada en América Latina. Hoy trabajan en Roma, Florencia, Sicilia, Piamonte (norte) y Calabria (sur).
“El grupo fundador tiene sus raíces en América Latina porque trabajábamos en un proyecto humanitario en Ecuador, sobre Los Andes, cuando decidimos fundar la asociación”, contó a PáginaI12 el doctor Alberto Barbieri, médico cirujano y coordinador general de MEDU. Barbieri contó asimismo que últimamente, dada la masiva llegada de inmigrantes a Italia, ha cambiado el objetivo de la asociación que en los primeros años era principalmente internacional (México, Ecuador y la zona afectada por la guerra civil en Colombia, Palestina y Egipto). “En Italia ahora trabajamos con migrantes y refugiados. Pero también estamos reuniendo fondos para iniciar un proyecto de rehabilitación de las víctimas del conflicto en Colombia”, precisó.
“Los actuales flujos migratorios son el resultado de un planeta que está andando a pique –subrayó Barbieri–. Falta una conducción global sobre temas fundamentales, hay conflictos sociales, políticos, dictaduras, pero también problemas enormes como el calentamiento global que hace que muchas áreas de Africa se estén transformando en áridas. También hay que tener en cuenta el crecimiento demográfico que seguramente influye en las migraciones. Y todas estas cosas no pueden ser manejadas sólo por Italia, ni siquiera por Europa, debe ser la comunidad internacional la que tome las riendas.”
“La llave de todo esto es poner al centro de la atención los derechos humanos –continuó–. Esto significa que hay que promover y defender los derechos civiles, los derechos sociales, económicos, culturales, ambientales . El calentamiento global y las políticas que lo han promovido, son políticas contra los derechos humanos, contra la humanidad. Se necesita un desarrollo económico sostenible. Sin una política que ponga al centro los derechos humanos, no hay futuro para esta humanidad. Y por supuesto, todo esto tendrá efecto sólo a largo plazo y es fundamental. Pero paralelamente a esto, en el aquí y ahora, las personas que escapan para salvar la propia vida, tienen derecho y deben ser acogidas en otros países.”
El tema de la recepción de los migrantes se hizo más candente en estos últimos días en Italia, cuando el ministro Salvini prohibió que bajaran a tierra de la nave italiana Diciotti de la Guardia Costera que los había salvado en el Mediterráneo, los 177 rescatados. Originarios de Eritrea, Sudán y otros países en difíciles condiciones, los migrantes recibieron la solidaridad de cientos de manifestantes que salieron a las calles en varias ciudades, incluso en Catania (Sicilia) donde está anclada la Diciotti. Salvini, después de muchas críticas, permitió primero que bajaran 29 menores no acompañados y luego, algunos más que estaban enfermos. Pero no permitía el descenso del resto porque pretendía que se hicieran cargo otros países de Europa. Cuando trascendió que Salvini estaba siendo investigado por la justicia italiana –que por lo ocurrido con la Diciotti lo acusa de presunto secuestro de personas–, el ministro autorizó el descenso de todos los migrantes. Albania e Irlanda, se informó, recibirán una mínima parte de los refugiados mientras el resto será acogido por la Iglesia católica italiana en distintas diócesis.
Libia, principal país a donde llegan los migrantes de países africanos y desde donde parten a Europa por obra de los traficantes de seres humanos que ganan miles de euros cada vez y que los someten a todo tipo de torturas, también salió a relucir con el caso de la Diciotti. “Nosotros hemos denunciado repetidamente la gravísima situación que hay en Libia –agregó el coordinador de MEDU–. Hay violaciones de los derechos humanos increíbles que no han sido afrontadas desde el punto de vista internacional. En Libia hay una red de tráfico de seres humanos y de explotación alucinante. Se cometen crímenes contra la humanidad en gran escala. Hemos recogido miles de testimonios de gente que ha llegado a Italia desde África subsahariana y que ha estado meses en Libia detenida en centros administrados por traficantes o en centros bajo el control del gobierno y que han sufrido abusos y torturas gravísimas. En comparación con el Holocausto y por lo que nosotros hemos escuchado de esos lugares, faltan sólo las cámaras de gas”. Y continuó: “Por eso denunciamos algunas iniciativas graves que ha tomado el gobierno italiano. El ministro del Interior dice que Libia es un puerto seguro y que es una invención que allí se violan los derechos humanos. Nosotros decimos que lo que dice Salvini es falso y grave. Reenviar los migrantes a Libia, como él pretende, para nosotros es un acto criminal. No se puede mandar de vuelta esta gente. Hay que crear condiciones de seguridad, canales humanitarios que no los obligue a hacer viajes de meses y meses en manos de traficantes ni a sufrir lo que sufren. Desde el punto de vista de la opinión publica, una solución simple puede tener mucho efecto. Pero no tendrá resultados verdaderos. Para los problemas complejos no existen soluciones simples”.
Para MEDU, las personas que están en las prisiones en Libia deberían ser inmediatamente liberadas y evacuadas a cargo de las organizaciones internacionales y los migrantes económicos, que en principio no son aceptados en la Unión Europea (sólo aceptan los que escapan de guerras y persecuciones y que califican como refugiados) deberían ser admitidos también, sobre todo porque el calentamiento global, que produce sequías y hambrunas, es debido en gran parte a las grandes economías del mundo.
“El concepto de refugiado nació después de la Segunda Guerra Mundial, la gente llegaba de países soviéticos o de dictaduras latinoamericanas. Este esquematismo entre refugiado y migrante económico, no refleja ya la realidad. El que sufre hambre porque su territorio padece la sequía por el calentamiento global, no debería tener menos derechos del que huye de una dictadura. Hablando en términos médicos, lo que está sucediendo en el mundo son síntomas de una grave enfermedad. Si no se toman medidas globales y serias, el problema progresará. No será Salvini quien lo resolverá bloqueando las naves. Son flujos que no se detendrán si no hay una política de fondo “, concluyó Barbieri.
Mientras tanto MEDU se ocupa del “aquí y ahora” prestando asistencia médica y psicológica a los migrantes que llegan o que escapan de los centros de recepción oficiales de Italia y muchas veces duermen por las calles, acampan en barrios lejanos o en las estaciones de trenes. Uno de los medios que usa MEDU para esa asistencia es el camper o consultorio rodante que se desplaza a distintos lugares de la ciudad durante la semana.
La coordinadora del “proyecto camper” es Anita Carriero, socióloga y politóloga, que también hizo experiencias en materia asistencial en América Latina, en El Salvador. “El ‘Proyecto camper’ nació hace 10 años. Es un consultorio móvil, con el intrumental básico necesario para ofrecer asistencia médica a los migrantes. Pero también ofrecerles ayuda de otro tipo, como orientarlos sobre sus derechos en Italia o en materia de documentación y de abogados”, contó Carriero a este diario. Por eso el equipo del camper no está integrado sólo por médicos sino también por asistentes sanitarios, mediadores lingüísticos y asistentes legales, entre otros. Tres veces por semana el consultorio móvil se detiene por algunas horas en los lugares donde viven personas sin domicilio fijo o migrantes que a veces residen por meses en zonas alejadas del centro, instalando carpas, a fin de poder después encaminarse hacia otros países de Europa. En Roma a menudo se agrupan cerca de las estaciones de trenes. “Son asentamientos de una 50 personas o más que viven en condiciones muy precarias. Hace 10 años, entre la gente que atendíamos había italianos y extranjeros. Hoy son sobre todo migrantes”, agregó Carriero explicando que la mayor parte de la gente que visitan viene de Eritrea, Sudán, Somalia pero también de Gambia, Nigeria y Mali. “Muchos de los que han llegado a Italia pasando previamente por Libia, deben ser tratados a nivel traumatológico porque traen signos de los malos tratos sufridos”, concluyó. MEDU además elabora las informaciones obtenidas a fin de conformar estadísticas que servirán para futuros proyectos de asistencia.
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