Para el presidente el paro nacional
agrario que lleva 11 días no existe, tiene el concepto que porque él lo dice,
las profundas dificultades que viven los campesinos se desaparecen por arte de
magia y todo regrese a la normalidad. Pero, la realidad es otra, los campesinos
han demostrado que están dispuestos a permanecer en paro hasta que el gobierno
se digne mirar el agro, no para entregarlo a las multinacionales como lo ha
venido haciendo sino que reconozca las difícil situación que deben afrontar los
pequeños y medianos productores que no cuentan con la tecnología y ni el
capital suficiente para poner a producir la tierra, sin olvidar el despojo que
se viene haciendo a través de la adjudicación de títulos de forma legal o
ilegal a los nuevos llaneros.
Lo que hasta ahora venía siendo un
paro agrario desarrollado en algunas regiones más que en otras se ha
generalizado, no solo los campesinos sino otros gremios como los camioneros,
lecheros, mineros entre otros. Lo que configura un paro nacional, al cual el
gobierno le resta importancia y pretende levantarlo a punta de bolillo y gases
a la fuerza, para eso el país cuenta con la más grande fuerza pública que en
este caso viene hacer el mediador entre el gobierno y los campesinos. Porque,
según Santos él es quien manda.
Pero esta vez, los de ruana están decididos
a que se les tenga en cuenta, no con falsas promesas como siempre se ha
pretendido engañar con discursitos y subsidios generando más pobreza. Todo según
el gobierno en aras del “desarrollo” no del país sino de las
multinacionales.
El paro inexistente del gobierno ya
le tocó la puerta, no solo los campesinos sino los estudiantes y los sectores
populares que vienen siendo víctimas de las políticas arbitrarias que se toman
para garantizar el buen funcionamiento del modelo neoliberal, tienen al país en una parálisis general. Que dirá
Santos que el paro existe pero poquito o que a las buenas o a las malas va a
desbloquear las vías y va hacer que los campesinos entren en razón.
El mismo discurso que ha utilizado
con los diálogos de paz en La Habana, la paz se hace a las buenas o a las
malas, lo que demuestra es un profundo desconocimiento sobre la historia del
siglo XX, en Colombia, todos los gobiernos han intentado hacer la paz a las
malas y hasta ahora ninguno ha podido decir que gracias a su política el país está
en paz. Así mande matar a Timochenko, y lo haga público aunque la pena de
muerte haya sido abolida hace 103 años.
Lo que llama la atención es la orden que
el presidente le impartió a la fuerzas armadas “no dejen de disparar”, de
alguien que fue el ministro de los falsos positivos, la orden puede interpretarse
en toda su dimensión, por ello, se puede interpretar los abusos de la fuerza
pública contra los campesinos.
En algún otro país que se considere democrático
estos hechos habrían dando la destitución y un juicio de responsabilidad, pero
si, frente a los casos de falsos positivos le sirvieron para llegar a la
presidencia, muy seguramente lo que viene ocurriendo en el país lo catapulten
para la segunda presidencia.
Nota Final el rector de la
Universidad Nacional ordenó suspender las actividades académicas, con ello
viola el derecho a la educación y demuestra su incompetencia para dirigir la
universidad, esto con el fin de desconocer el paro de trabajadores. El desconocer
a los trabajadores no quiere decir que se solucionen los problemas, las mañas
se aprende.