Washington ha aplaudido la reciente donación de 100 millones de dólares al centro antiterrorista de la ONU realizada por su importante aliado en el mundo árabe Arabia Saudita. Pero numerosos expertos, entre ellos Julio Gambina, ven cierta hipocresía en este gesto.
Al anunciar la generosa donación, el rey saudita, Abdalá bin Abdelaziz, exhortó a todas las naciones del mundo a combatir a "las fuerzas del odio, el extremismo y la delincuencia". Por otro lado, Arabia Saudita no solo financia la lucha antiterrorista, sino también a los grupos extremistas en Siria. De hecho, en diciembre de 2012, Riad donó otros 100 millones de dólares a la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria durante la conferencia de los Amigos de Siria en Marruecos.
Si EE.UU. hace la vista gorda y no presta atención a esta paradoja, es porque también aplica una política de doble rasero en muchas ocasiones. "Tiene que ver con la coincidencia que tiene Arabia Saudita con la política exterior de EE.UU. y con una promoción de los intereses de las grandes transnacionales, principalmente petroleras", lo cual también puede beneficiar a Washington, explica Gambina en declaraciones a RT.
Lo más grave en esta situación es que EE.UU. es una gran potencia mundial "con capacidad incluso para incidir en la propia Organización de Naciones Unidas legitimando acciones agresivas que incluyen invasiones a países" con el fin de "llevar adelante su estrategia", advierte el analista.
Tomado: tercerainformacion.es