La revelación de que la dictadura pinochetista dispuso de toxinas botulínicas capaces de eliminar a miles de personas conmocionó ayer a Chile, en especial a los ex presidentes Michelle Bachelet y Eduardo Frei, que exigieron al ejército que provea la información necesaria para que pueda ser evaluada por la Justicia.
Ingrid Heitmann, la ex directora del Instituto de Salud Pública (ISP), aseguró que la sustancia estuvo en secreto por 27 años en un subterráneo del edificio de ese organismo junto al Estadio Nacional de Santiago y fue descubierta e incinerada en 2008, sin informar a la Justicia ni a Bachelet, por entonces jefa de Estado. “Eran dos cajas llenas de ampollas con toxina botulínica, suficientes para matar a la mitad de Santiago”, señaló la profesional. Frei, cuyo padre también presidente y de igual nombre murió en 1982 supuestamente envenenado con armas químicas, se manifestó indignado por el hecho de que el ejército no entregue antecedentes a 40 años del golpe que derrocó a Salvador Allende.
“¿Por qué los comandantes en jefe no dan la verdad? ¿Por qué siguen guardando información? ¿Me van a señalar que el ejército –como tantas veces nos han dicho– no sabe nada?”, reclamó Frei, en declaraciones a Radio Cooperativa. El ex mandatario y actual senador por la Democracia Cristiana aseguró que los militares “saben perfectamente dónde estaban los laboratorios, quién operaba, conocían la Clínica London (de la policía secreta), conocían todos los antecedentes”, ahondó.
También Bachelet expresó su sorpresa por el hecho de que las armas químicas de Pinochet permanecieron guardadas secretamente en el Instituto de Salud Pública hasta 2008, cuando ella gobernaba. “Primera noticia, efectivamente, que escucho de eso. No conozco los antecedentes como para poder opinar”, dijo Bachelet, favorita para ganar los comicios presidenciales de noviembre. “Si esa información es real, verídica, y se confirma, me imagino que será de mucha importancia para los jueces”, añadió. Investigaciones judiciales ligadas al envenenamiento de presos políticos y a la muerte del ex presidente Frei detectaron documentos que corroboraron el ingreso de las toxinas desde Brasil. Frei, al igual que el Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda, murió en el cuarto piso de la Clínica Santa María de Santiago, pero la Justicia investiga en la actualidad ambos decesos, ante la sospecha de que se trató de casos de envenenamiento.
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