El último disparo de los soldados soviéticos en Berlín marcaría supuestamente el fin de una pesadilla que sumió al mundo en su peor época: los cálculos más serios oscilan entre 55 y 60 millones de muertos, de los cuales la mayoría –más de 20 millones– fueron integrantes de los pueblos que conformaban la Unión Soviética.
Todos pensaron en la paz, en el entendimiento de los países que habían dejado a un lado sus diferencias ideológicas: Gran Bretaña como último reducto del sistema colonial capitalista; Estados Unidos en su papel de impulsor del liberalismo económico a partir de su despegue como potencia industrial, y la Unión Soviética como la esperanza de los pueblos oprimidos y bastión de la lucha obrera. En las conferencias, no obstante, se iba vislumbrando un mundo quizá más inestable, donde la idea del fascismo subyacía potencial a los hechos históricos.
Según los historiadores, el fascismo comenzó en Italia en 1919, casi exactamente después de la Primera Guerra Mundial, y se extendió a Alemania; su centro ideológico es ir en contra de los ideales de la Revolución Francesa, por lo cual se ha colocado como base filosófica de dicha corriente al pensador alemán Federico Nietzsche, exponente del irracionalismo.
La historia demuestra hoy que aquel último disparo en Berlín fue solo el comienzo de una larga lucha de la Humanidad contra movimientos y gobiernos que abierta o veladamente van de la extrema derecha al fascismo, desde el Ku Klux Klan hasta los supremacistas neonazis que proliferan en las calles del primer mundo y que piden cierre de fronteras y expulsión de los inmigrantes.
Nuestra región no ha estado al margen de estas peligrosas tendencias, hay que tener en cuenta la larga data de tiranías que desde el inicio mismo de la independencia continental nos azotaron y que luego de 1945 fueron derivando hacia discursos anticomunistas y fascistas: Pinochet, Videla, Trujillo, Somoza y un largo etcétera de opresores.
Bolsonaro tiene todas las papeletas para ser un fuerte candidato: militarista, desprecia la democracia, reivindica la violencia y el miedo como estrategias de gobierno y coerción, racista y antifeminista.
La causa de por qué el fascismo ha avanzado se puede encontrar en fenómenos como el aumento de la desigualdad, el avance del poder mediático sobre la razón, el retroceso en los niveles de empoderamiento de las masas, los errores de los movimientos de izquierda en su diálogo con la base, la arremetida planificada y medida de parte de la derecha con el fin de establecer un nuevo orden internacional.
Cuando este 9 de mayo se detengan los relojes a la hora justa en que la Humanidad recuerda la peor guerra que haya sufrido, otros miraremos con preocupación las noticias del día. Aun así, preferiremos no voltear la vista, como muchos hicieron en el pasado.
Tomado: Granma