El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció anoche en horario central que hará “cambios drásticos” a su estrategia en Afganistán, porque retirar a las tropas de ese país tendría “efectos inaceptables” en la región. El líder republicano no quiso precisar cuántos soldados enviará a esa nación que lleva casi 16 años en guerra. “No vamos a hablar de números, de tropas ni sobre nuestros planes de actividades militares”, dijo desde la base del Ejército en Fort Myer en Virginia.
“Estados Unidos seguirá apoyando al gobierno afgano, pero ese apoyo no es un cheque en blanco” dijo ante 2 mil soldados. El presidente habló de ejercer mayor presión con Pakistán: “Pakistán tiene mucho que perder si sigue acogiendo a terroristas. Le Hemos pagado miles de millones de dólares, señaló el magnate republicano sobre un aliado que sin embargo sirve de base para los talibanes insurgentes. “Es tiempo de que Pakistán muestre su compromiso con esta lucha antiinsurgente”.
Este anuncio ocurre después de 16 años de la invasión que siguió a los atentados del 11 de septiembre de 2001 y dos años y medio desde que el anterior mandatario, Barack Obama, decretara el fin de la guerra.
El gobierno de Trump ha acusado a Pakistán de abrir sus fronteras e, inclusive, de apoyar al movimiento insurgente talibán, lo que les otorga un refugio de los constantes combates en territorio afgano y les permite escapar a los avances de las fuerzas estadounidenses.
Horas antes, el secretario de Estado, Rex Tillerson, habló por teléfono con altos representantes de Afganistán, Pakistán e India para explicarles la nueva estrategia hacia el sur de Asia. Tillerson habló con el primer ministro paquistaní, Shahid Khaqan Abbasi; con el canciller indio, Sushma Swaraj, y con el jefe de la diplomacia afgana, Salahuddin Rabbani. “El tema de las conversaciones fue cómo le gustaría a Estados Unidos trabajar con cada país para estabilizar el sur de Asia mediante una nueva e integrada estrategia regional”, dijo la vocera del Departamento de Estado norteamericano, Heather Nauert.
Tanto el secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, como otros influyentes jefes militares habían abogado por incrementar la presencia militar de Estados Unidos en el país, lo que significaría –de suceder –un giro importante con respecto a la estrategia diseñada por Obama.
Estados Unidos mantiene actualmente 8.400 militares en ese país de Asia Central. Trump abandona la retirada total inminente, que siguió defendiendo su antecesor hasta el último día de su mandato, pero enmarca su estrategia militar en la llamada guerra mundial contra el terrorismo islamista y ya no en una intervención estadounidense que ya lleva casi 16 años.
El deterioro de la situación en Afganistán fue una de las principales críticas en materia de seguridad que Trump le hizo a Obama durante la campaña presidencial del año pasado. Desde la retirada de la mayor parte del contingente militar estadounidense, a finales de 2014, los talibanes lograron recuperar el control de alrededor del 11% del país y puso en duda la legitimidad del Estado en otro 30%, según recientes informes de inteligencia de Washington.
Además, la situación humanitaria no para de empeorar. Cada mes la ONU registra una cifra récord de muertes de civiles y, en lo que va de año, unos 200.000 afganos tuvieron que abandonar sus hogares para escapar de los combates, lo que explica por qué siguen llegando miles de refugiados de ese país a Europa.
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